Palabra de vida |“Como el sarmiento…”

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Igual que el domingo anterior, en el Evangelio de este día vemos a Jesús autorrevelarse: “Yo soy la vid verdadera; ustedes los sarmientos”. La imagen conocida en la literatura bíblica como alegoría (del griego allegoreín “hablar en sentido figurado” utilizando formas humanas, de animales o de objetos cotidianos para presentar su mensaje).

En este caso Jesús quiere enseñar a sus discípulos que la unidad de Él con el Padre es esencial para el Reino de Dios. Así el verbo fundamental es “habitar-permanecer”, que se orienta hacia la relación del discípulo con Cristo, en sentido de vivir con Él en intimidad, fidelidad y comunión, como Él lo está con el Padre. Para ello Jesús utiliza la célebre imagen bíblica de la vid, árbol símbolo de la prosperidad y de la alegría mesiánica, signo además de un Israel fiel e infiel (puede leerse Is 15,1-7 o el Salmo 80 y Mc 12,1-11).

Por igual refiere al cuidado que debe darle el agricultor, hecho de cariño y detalles que serán los factores determinantes para que viña dé frutos maduros. Jesús adapta de manera original el significado. Él se identifica con la vid, pero los sarmientos de esta planta espiritual son los discípulos, es decir, la Iglesia. Si éste es el fundamental significado, vendrá luego el agricultor que poda el sarmiento de la vid. Operación dolorosa pero necesaria. A través de las lágrimas de las persecuciones y de las pruebas nacen los brotes de la primavera espiritual.

Todo esto nos lleva a comprender consecutivamente, que en este tiempo de pascua, estamos llenos de la vitalidad del “vivir-permanecer” injertados en esta vida espiritual a Cristo Resucitado, ¡vida nuestra! Si el discípulo permanece en Jesús a través de la fe y el amor, Jesús permanece en él con su amor y su fecundidad. Si falta esta continua ósmosis de vida con Cristo, nuestra vida se seca, las acciones se vuelven mecánicas, las palabras religiosas son sólo vanos sonidos, la frialdad del corazón y la sequedad de la conciencia nos atomiza y no crecemos ni damos fruto. Oremos con el Salmo 80: “¡Dios de los Ejércitos, vuélvete, mira desde el cielo y visita esta viña, protege el tronco que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa!”. Amén.

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