TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La fiesta del Inmaculado Corazón de María, celebrada un día después del Sagrado Corazón de Jesús, resalta el vínculo único entre madre e hijo. María es el camino más seguro para llegar a Jesús. Esta celebración, una semana después de Corpus Christi, nos invita a adoptar una devoción profunda que fortalezca la fe y nos permita avanzar con firmeza en el camino de la conversión.
Hoy más que nunca, las familias enfrentan desafíos que ponen a prueba su estabilidad: desde cubrir necesidades básicas hasta sostener la armonía en el hogar. Jesús, en su enseñanza, nos dejó la oración perfecta para enfrentar la vida: “Danos hoy nuestro pan de cada día”. Pero, ¿qué ocurre cuando ese pan escasea o las obligaciones superan los ingresos?
Estudios sobre la vida familiar revelan que muchas separaciones no se deben únicamente a infidelidades. Las dificultades económicas también son causa frecuente de rupturas. A esta realidad se suma un dato preocupante: según un informe reciente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), más de 205,000 personas están buscando empleo en Honduras, una cifra que refleja la presión que enfrentan los hogares. Sin embargo, como afirman muchos fieles, “Donde está Jesús, también está María”.
Aquella mujer que intercedió en las bodas de Caná para evitar la vergüenza de una familia, sigue atenta a las necesidades de sus hijos. María, quien llevó en su seno al Hijo de Dios, tiene una conexión íntima con el corazón de Jesús. Su intercesión puede transformar no solo las realidades económicas, sino también las espirituales de quienes la invocan con fe.
Testimonio
Fanny Berríos, servidora de la parroquia Santa Rosa de Lima en la comunidad de Río Abajo, Comayagüela, lo tiene claro: el camino junto a Dios no está exento de pruebas. “Por gracia de Dios, somos una familia cercana a su servicio. Nuestros tres hijos sirven con devoción desde su primera comunión. Pero seguir a Cristo no nos libra de dificultades”, afirma. En cada momento difícil, Fanny recurre a la oración y la intercesión de la Virgen María: “Siempre hemos tenido presente esa frase: ‘María mírame, si tú me miras, Él también me mirará’. Esa confianza nos ha dado serenidad en medio de la tormenta. Como madre, siempre la busco. Las mujeres sentimos una conexión especial con ella, porque notamos las necesidades del hogar, especialmente en nuestros hijos”.
Además, la esperanza es una virtud que nunca se debe perder: “Nunca debemos perder la esperanza. Las experiencias vividas nos demuestran que nuestra Madre Santísima siempre nos ayuda. No estamos solos. Ella ve, intercede y sigue rogando por nosotros en cada situación. Sin ella, no podríamos salir adelante. Quien dice que no necesita a María, creo que está equivocado. Los católicos tenemos la bendición de contar con una Madre que ama, escucha, intercede y clama a Dios por nosotros. El Espíritu Santo encontró morada en ella”. Bajo el amparo del Corazón de María, las familias descubren que no están solas. En sus brazos maternales encuentran consuelo, fuerza y dirección. Ella nos enseña a confiar, a perseverar en la fe y a creer que, con Dios, toda batalla puede ser vencida.
ASÍ NACE LA FESTIVIDAD
La fiesta del Corazón Inmaculado de María fue instituida por el papa Pío XII en 1944, pidiendo su intercesión por la paz, libertad de la Iglesia, conversión de los pecadores y amor a la pureza. Se celebra el sábado posterior al segundo domingo después de Pentecostés.