No eternizar en los cargos, una medida saludable para nuestras comunidades

El cambio es una parte propia de la vida pastoral de los grupos, movimientos y comunidades en nuestra Iglesia

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 “Todos son buenos, pero no todos son indispensables. ¡No somos indispensables!” Así afirmó el Papa Francisco al hablar de una realidad pastoral que debe ponerse siempre en las manos del Señor. San Pablo en la Epístola a los Corintios nos ilumina al recordar que, “Yo planté, Apolo regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” ( 1 Cor. 3, 6-9).

Renovación

Al momento de servir al Señor, algunos son llamados para estar al frente y responder por aquello que se le encomienda, pero existe una gran tentación de perpetuarse en este “servicio”. Algunos hasta pareciese que, tratasen de “adueñarse” de esta misión.

Ante esto, diversos servidores plantean la importancia de la renovación en esta misión. Kevin Amador, actual coordinador Pastoral Juvenil Arquidiócesis de Tegucigalpa (PJA), ha pasado por muchos servicios y explica que, “Es necesario que podamos generar esos espacios de relevo generacional para que otras personas también puedan conocer lo que es servir a Jesús mediante estos servicios pastorales que nos van acercando más a Él”.

Merlín Rosales, coordinadora del Movimiento Juan XXIII, amplía esta información al indicar que esto es saludable. “Cada vez que hay cambios en grupos o directivas nos damos cuenta si se ha formado buenos líderes siempre y cuando los que obtengan un cargo lo hagan con la mirada puesta en el Señor y trabajen bajo la presencia del Espíritu Santo”, dijo. Por su parte, David Rodríguez, integrante de la Renovación Carismática Católica, comparte esto al destacar que, “Con los cambios, se elimina el caciquismo que tanto daño hace en un grupo, también permite la promoción de nuevos servidores que asuman los compromisos necesarios”.

Jóvenes

Fray Trinidad Espinal, Párroco de la comunidad Inmaculada Concepción de María de Comayagüela, explica que en la actualidad lo que impera en muchos miembros de la Iglesia es la falta de compromiso, especialmente los jóvenes. Es por ello que, al estar al frente de un cargo, es imperioso saber que no es para servirse de los demás sino darse por completo. “La sociedad está metiendo a los jóvenes en un mundo demasiado frágil, aislado, pero cuando ves hermanos que sufren, que pasan hambre, que mueren, los jóvenes despiertan y tienen esa capacidad de transformar”, indicó.

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