No es excluyendo que se construye un mundo, es abriendo nuestros brazos para acoger al otro

En la Eucaristía dominical desde la Basílica de Suyapa, el Padre Juan Antonio Hernández, vicario de esta parroquia invitó a todos los feligreses que siguieron la transmisión de la Misa de la Ascensión del Señor para relacionarse con Jesús resucitado. “Jesús adquiere un modo de estar en nuestra vida, desde allí se entiende la invitación a los discípulos, el que se ha ido volverá y quiere suscitar en el corazón la esperanza. Den razón de la esperanza, descubran cual es esa esperanza a la que están llamados”.

El presbítero Hernández utilizó tres elementos que proporcionan las lecturas de este día para realizar su meditación. Invitó a todos a poner la mirada en la mesa, el monte y la oración en el contexto de la ascensión. “La Ascensión relatada por San Lucas en los Hechos de los Apóstoles se da en la mesa, lugar propio de acción de gracias, de la fraternidad, de la comunión. Un mundo fraccionado por ideologías, partidismos, por maneras disolutas de pensar, está llamado a construir fraternidad, comunión. Es el lugar propio donde se renueva la esperanza, porque la mesa evoca un lugar propio de diálogo, de escucha. Hoy necesitamos que se recobre la imagen de la mesa en nuestro corazón. Que el mundo sea un lugar de fraternidad, donde nadie se ve excluido. Así será un mundo de esperanza. San Pablo VI dijo que “No es excluyendo que se construye un mundo, es abriendo nuestros brazos para acoger al otro”

Otra de las figuras que señaló es el monte, este lugar dijo que fue utilizado para varios momentos por el Señor Jesús. “El monte es el lugar donde Jesús ha dicho las bienaventuranzas, donde Jesús ha alimentado a la multitud, es el lugar propio donde Jesús se encuentra con su Padre. Hoy desde el monte asciende a los cielos”.

El otro elemento fue la oración, como un espacio de esperanza, “allí es donde el corazón se rejuvenece. La oración es el lugar donde el corazón se purifica para Dios, es donde el ser humano se rejuvenece y se fortalece para prepararse a la caridad. Hay que ver la oración como modo único y auténtico para comunicarnos con Dios” dijo.