Necesitamos contemplar con el corazón la desgracia humana para ser buenos samaritanos

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El Cardenal Óscar Andrés Rodríguez en la Eucaristía del vigésimo quinto domingo del Tiempo Ordinario, basándose en la parábola del Buen Samaritano, que fue proclamada en las escrituras de este día, recordó que lo primero que se destaca es la mirada. “Todo empieza por la mirada. Lo primero que aparece es la mirada, dice que “lo vio”. El hecho de verlo le hace sentir compasión. Cuantas veces no vemos y no vemos el sufrimiento de tantas personas que necesitarían prójimos, ver con el corazón abierto a todas las desgracias del mundo”.

El Arzobispo de Tegucigalpa recordó lo que se vive en Ucrania, “Lo que estamos viendo desde febrero de este año, esa guerra tan injusta, tan irracional, solo se ve y solo se ve, solo se piensa que la solución es meterle armas y armas  para que siga la muerte. Esas no son soluciones, tenemos ese pobre país que está siendo destruido, los buenos samaritanos, dónde estamos” terminó cuestionando.

La respuesta para todo eso es el amor afirmó Rodríguez. “El amor es siempre humildad. El amor se abaja, como Jesús en el lavatorio de los pies ante sus discípulos. El amor anula las distancias. El amor se despoja de sí mismo. Nadie puede amar si no se despoja del personaje, de la indiferencia y de las actitudes de superioridad. “Le vendó las heridas echándole aceite y vino”. El aceite y el vino se empleaban para curar las heridas, eran remedios medicinales y aquí expresan el amor traducido en actos”.

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