Monseñor Nácher: “Consuelen a mi pueblo, dice el Señor” Is 40, 1

El Arzobispo de Tegucigalpa ha enviado un mensaje para estas 4 semanas de Adviento en el que se nos llama a consolar a los más tristes

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Para el tiempo de preparación de nuestra Iglesia, el Arzobispo de Tegucigalpa, Monseñor José Vicente Nácher Tatay C.M., ha querido enviar un mensaje en el que nos invita a varias acciones concretas para poder socorrer a los más necesitados, así como nuestra propia vida. A continuación la misiva de forma íntegra.

Mensaje

Al iniciar este tiempo de Adviento las palabras del profeta Isaías resuenan en nosotros con fuerza. ¿No es acaso consuelo y esperanza lo que todos ansiamos? Concluyendo este primer año en el que, como Obispo, camino junto a ustedes, pido al Señor, con humildad y sencillez, me haga capaz de “hablar al corazón de Jerusalén” (Is 40, 2), es decir, al alma de la Iglesia que en Tegucigalpa espera, confía y busca el bien común. En el sendero abierto por Jesús, María y José, el Adviento nos invita a volver a caminar por sendas de encuentro y esperanza. Y así como el pesebre es el altar que presenta al Mesías, el camino que conduce a Belén es en sí ya una Iglesia sinodal, que avanza unida, movida por Jesús.

La Sagrada Familia busca cumplir la voluntad de Dios y así llega al humilde portal, al lugar donde el Hijo de Dios quiere dejarse encontrar. En estas cuatro semanas de Adviento los cantos, las lecturas, los personajes bíblicos… nos van a ir guiando hacia la Navidad. El camino no es el fin, pero el fin -que es Jesús- ya se hace presente en el camino. Por ello, se trata de no permanecer paralizados, con miedo o con indiferencia, se trata de avanzar al encuentro del que viene. Porque lo que se espera se busca, lo que se busca se prepara. Cada uno, en nuestros más profundos anhelos personales, familiares, sociales… no nos cansemos de esperar, buscar y preparar. Ya nos envuelven signos de la esperada Navidad.

Algunos de ellos, como el árbol, tienen un gran sentido bíblico. Otros signos, en cambio, quedan en música, color y forma, pero están vacíos del verdadero contenido del misterio de Belén. Cuánto bien nos hará a todos preparar en casa, “la primera casa del Niño Dios”, es decir, “el portal del nacimiento” en el que llega al mundo Jesús, “porque no había sitio para él en la ciudad” (Lc 2, 7). En estos días agitados e inciertos… pido al “Dios de todo consuelo” (2 Cor 1, 3) que este Adviento sostenga y aliente la Esperanza de su pueblo. Si la buscamos, la encontraremos, si la encontramos, anunciémosla. Feliz Adviento y de esa manera preparemos la Navidad. José Vicente Nácher Tatay, C.M. Arzobispo de Tegucigalpa.

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