Mensaje del señor Arzobispo para el Domingo de Resurrección

Pascua: “cuando la vida entra en mi vida”

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La Pascua de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo es la victoria definitiva de la Vida divina respecto a la muerte humana. Con lo cual la vida humana es elevada a una dimensión eterna. Porque si la fuerza de la muerte era el pecado la fuerza de la Pascua es el amor pleno del Hijo. La Pascua es el momento en el que se nos dice que ya no estamos sometidos a los tronos de la ambición y menos aún al principado de la mentira. La Buena Noticia no es solamente que uno ha vencido, sino que ese nuevo Adán, ha vuelto a la vida, para que todos en él tengamos vida. Aquél que quiso vencer en sí desde la debilidad, quiere vencer en mí desde la libertad.

Su Vida, con mayúscula, no entrará en mi existencia si yo no le abro mi vida diaria. De nada servirá que yo me esfuerce en alcanzar una vida feliz y eterna… e imposible para mí solo, si no se la pido a Aquel que teniéndola la perdió por nosotros, y entregándola, la recuperó por nosotros, indignos siervos suyos. No solo nuestra vida entra en la de Cristo, cuando morimos, sino que Cristo Resucitado ya quiere entrar en nuestra vida. Diríamos que, si el paso definitivo es entrar en la Gloria eterna, el paso previo es dejar que la Gloria de Cristo entre en nosotros.

De hecho, ambos “pasos” son una misma y única Pascua, la de la muerte a la Vida. La Pascua de este mundo al cielo puede darse cuando cerramos los ojos a esta vida y también cuando -aún en este mundo abrimos los ojos de la fe y contemplamos a Jesucristo en los sacramentos y en los que sufren. De esa manera su Vida eterna y resplandeciente asume nuestra vida humana y frágil, y sin sacarnos de este mundo nos guarda del mal. En otras palabras, la Pascua de la Resurrección no es tanto una promesa futura cuánto una invitación presente a dejar que un modo nuevo de existencia habite en nosotros: “no soy yo quien vive, es Cristo resucitado quién vive en mí”. ¡Sea feliz, deje que la vida del resucitado entre en usted! En este sentido, Feliz Pascua de Resurrección.

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