Actualmente vivimos en una cultura que muchas veces entiende equivocadamente la libertad como ausencia de normas. En contraste a esto, los Mandamientos de la Iglesia no son simples normas externas ni cargas pesadas impuestas, son más bien un camino de amor y libertad que Dios, como Padre, propone a sus hijos para que vivan en plenitud, son una ayuda concreta para no olvidar lo esencial de ese gran camino.
Podríamos decir que los Mandamientos de la Ley de Dios son el mapa y los Mandamientos de la Iglesia las señales que nos recuerdan cómo no desviarnos del camino, manifestó la Hermana María Gabriela Bonilla de la congregación Siervas de la Misericordia de Dios “El Decálogo es el fundamento; los Mandamientos de la Iglesia, el entrenamiento cotidiano. Ambos, lejos de encadenarnos, nos enseñan a caminar en la libertad del amor de Dios.”
Normas
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los Mandamientos de la Iglesia se sitúan en la línea de una vida moral referida a la vida litúrgica y que se alimenta de ella. El carácter obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridad eclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el espíritu de oración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del prójimo.
El amor de Dios para sus hijos es tan grande por eso nos ha dejado lineamientos que nos ayudan a ordenar nuestra vida. Para la catequista Nora Sauceda, los Mandamientos de la Ley de Dios nos sirven para poder dirigirnos por el buen camino, mientras que los Mandamientos de la Iglesia son preceptos que dan las autoridades eclesiásticas para regular la vida de cada fiel “Pues la Iglesia es la llamada a formarnos y fortalecer nuestra fe y dirigirnos por el buen camino”.




