Los valores patrios

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En el mes que iniciamos las celebraciones del Bicentenario del proceso independentista, no podríamos estar más lejos de los ideales que inspiraron a alguno de los próceres que entendían bien el sentido de ser una nación y que no solamente andaban buscando responder a sus intereses mezquinos.

Cierto es que, 200 años después, no podemos reducirnos únicamente a señalarnos como conservadores o liberales, pero si podemos descubrir como algunos de los intereses e ideales de algunos de los insignes “criollos” de aquella época siguen estando vigentes en la mentalidad de algunos que siguen discursando y cínicamente hablando de que gobiernan o legislan a favor de los más desposeídos, cuando en la práctica, las cosas las siguen haciendo en su propio provecho. 200 años después seguimos teniendo pocas opciones de gobernantes serios, con respeto a la ética y que realmente respeten los derechos de los demás.

Esa técnica de gobernar atacando a otros, de acusar a la oposición de ser la responsable de todos los males o ver el estado como un botín que debe ser saqueado, 200 años después, nos tiene como nos tiene.

Padre Juan Ángel López
Párroco Sagrado Corazón
Miraflores

Los pocos proyectos realmente nacionales en estos años se han visto, una y otra vez, obstaculizados por aquellos que “no hacen ni dejan hacer”. Nacimos como una nación dividida y seguimos mucho más divididos que antes.

¿Qué estaremos pagando, como nación, que nuestros líderes nos salen tan miopes o con un estrabismo crónico?

Si hay cosa que me resulta tan duro escuchar, porque lo he leído en todas las páginas de la historia política de nuestra Patria, es hablar de “lados oscuros”, de gente que sigue manipulando los partidos detrás de bambalinas, que se ponen de acuerdo los dueños de los partidos para armar sus mandracadas, para cubrirse con la misma cobija. No nos merecemos eso. Su cinismo y demagogia, su impunidad y sus pactos, son los que nos tienen como un país empobrecido.

Cuando escuchamos que no se les paga su salario a las personas que a diario están en la primera línea de lucha contra esta enfermedad, para el caso, pero ellos se recetan unos jugosos salarios que no tienen atraso en su pago, nos damos cuenta que la meritocracia, es algo que estamos lejos de alcanzar. No nos merecemos tener por gobernantes, ni por funcionarios públicos a personas que no ven más allá de su nariz.

Por eso, comenzando este jubileo del Bicentenario de la Independencia, conviene revisar los valores que soñó un José Cecilio del Valle. Discúlpenme que no mencione a ninguno más, pero es que, aunque evidentemente no podemos pensar que nuestros próceres debieron ser santos y que lógicamente tuvieron sus defectos, como los tenemos todos, no encuentro a ningún otro que merezca ser revisado en un proyecto en el que no se excluía a nadie y se buscaba la unidad, no por la fuerza de las armas, sino por el uso civilizado de la razón.

Así que, en los próximos días, dedicaré mi columna a hablar de los planes de don José Cecilio del Valle, el Sabio Valle.

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