Los signos que alimentan el gran retiro cuaresmal

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Estamos adentrándonos ya a este tiempo penitencial el de La Cuaresma, en el cual se desarrollan una serie de signos y símbolos que nos ayudan a configurarnos con Jesús y vivir esta etapa con mucha intensidad y devoción.

La Ceniza:

Con la imposición de la ceniza, iniciamos este camino, al hacerlo quiere decir el reconocimiento de nuestra condición humana, tan limitada y corruptible. Quiere ser un toque de atención a nuestro orgullo y autosuficiencia. Pero es, sobre todo, una llamada a poner el fundamento de nuestra existencia, no en nosotros mismos, sino en Cristo Salvador, el que puede librarnos de la corrupción y la muerte. Cristo es medicina de inmortalidad. Por eso, al imponer la ceniza, se dice: “Conviértete y Cree en el Evangelio”.

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La ceniza que Dios quiere:
* Que no te gloríes de ti mismo; tus talentos los recibiste para servir.
* Que no te consideres dueño de nada, sólo humilde administrador.
* Que aprecies el valor de las cosas sencillas.
* Que vivas el momento presente
* Que no temas la muerte.

– Ayuno y Abstinencia: 
Como signo de austeridad. Se pide algún rigor en la comida y abstenerse de carne en ciertos días. Antes, el no comer carne podía suponer bastante sacrificio. Pero no importa la materialidad, sino el espíritu. La austeridad nos hace más libres y más solidarios. No importaría comer un poco más o un poco menos, importa el superar los vicios y apegos y el ofrecer el fruto de tu ayuno a los hambrientos del mundo.

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 Oración: 
La oración es vida del alma, necesidad permanente. En el tiempo cuaresmal se intensifica la escucha de la Palabra y la relación dialogal con Dios. Se nos ofrece el ejemplo de Cristo, que se retiraba al desierto y subía a la montaña para orar. 

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– La oración que Dios quiere:
* Que sea íntima y auténtica, “en espíritu y verdad”.
* Que dejes al Espíritu que ore en ti siempre.
* Que no dejes de repetir: Abba, Padre.
* Que te unas a los hermanos en la oración, que te unas a la Iglesia orante .
* Que aprendas a escuchar.

Limosna: 
La limosna es fruto de la misericordia. Todo caminar hacia Cristo implica un caminar hacia el hermano, especialmente el más necesitado. Si nadie “puede ser feliz a solas”, incluso nadie puede ser cristiano a solas. Cristiano es el que abre la mano para compartir, el que tiende su mano para ayudar, el que ofrece su mano para servir.

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– La limosna que Dios quiere:
* Que sea fruto del amor, un verdadero compartir, no sólo dar lo que te sobra.
* Que seas humilde, que pidas perdón al pobre por el pan que le das
* Que ayudes al pobre para que no necesite tu ayuda.
* Que veas en el pobre a Jesucristo.

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