¿Los sacramentales son amuletos? 

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Un sacramental es un signo sagrado que imita a los sacramentos y que, por la oración de la Iglesia, prepara a los fieles para recibir la gracia de los sacramentos y santifica las diversas circunstancias de la vida. Así lo define el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1667). 

Los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, sino que, por la intercesión de la Iglesia, obtienen para nosotros gracias de tipo espiritual y temporal. Los sacramentales ayudan a vivir santamente y a cooperar con la gracia de Dios en cada momento. 

Entre los sacramentales más conocidos están el agua bendita, las bendiciones, las medallas, los escapularios, las cruces, las velas, el incienso, el rosario y las estaciones del Vía Crucis. Estos signos sensibles expresan una realidad espiritual y elevan el corazón a Dios. 

Los sacramentales son medios eficaces para santificar la vida cristiana, siempre que se usen con fe y devoción. No son objetos mágicos ni supersticiosos, sino dones de Dios que nos acercan a su amor y a su misericordia. 

Muchas personas confunden los sacramentales con amuletos, pero los amuletos son objetos materiales que se usan con la creencia de que tienen poderes mágicos o sobrenaturales para proteger de algún mal o atraer algún bien. Los amuletos pueden ser de cualquier forma o material, como piedras, hierbas, animales, monedas, etc. Todos ellos tienen en común que se usan con superstición y sin fe en Dios. 

La diferencia entre un sacramental y un amuleto es, pues, muy clara: el sacramental es un signo sagrado que nos ayuda a acercarnos a Dios y a su gracia; el amuleto es un objeto profano que nos aleja de Dios y de su voluntad. El sacramental se usa con fe y devoción; el amuleto se usa con superstición e idolatría. El sacramental respeta el orden natural y sobrenatural establecido por Dios; el amuleto pretende manipular ese orden con fines egoístas. 

El magisterio de la Iglesia ha condenado siempre el uso de los amuletos como una forma de magia o hechicería, que son pecados graves contra el primer mandamiento. La Iglesia nos invita a usar los sacramentales como medios para santificarnos y para dar culto a Dios. Los sacramentales no son mágicos ni automáticos, sino que requieren de nuestra cooperación libre y consciente con la gracia divina. 

Ahora que sabemos la diferencia usemos los sacramentales con fe y devoción y no como si fueran un amuleto de la suerte.  

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