Durante el mes de octubre, el Papa León XIV ha invitado a los fieles a redescubrir el valor espiritual de los misterios del Santo Rosario, y en esta ocasión, hablamos de los misterios de dolor, una meditación profunda sobre el amor redentor de Cristo que transforma el dolor humano en camino de esperanza. Desde su elección, el Santo Padre ha subrayado que el Rosario es una oración capaz de fortalecer la fe y unir a la Iglesia ante los desafíos del mundo moderno.

Entrega

La hermana Sorelda Joselyn Alberto, de la congregación Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, explica que “los misterios dolorosos nos recuerdan los momentos de cruz que vivió nuestro Señor Jesús para nuestra salvación”. En ellos se contempla la agonía en Getsemaní, la flagelación, la coronación de espinas, el camino al Calvario y la crucifixión, momentos en los que el amor vence al sufrimiento. “Solo alguien que ama puede sufrir de esa manera, y Jesús lo hizo por puro amor a nosotros”, afirma la religiosa. Desde la fe, añade, el sufrimiento cobra sentido únicamente con la gracia de Dios, pues “no se trata de un masoquismo, sino de sufrir por amor” afirmó la religiosa.

Rezar los misterios dolorosos con el corazón es, según la hermana Sorelda, un acto de comunión con Cristo: “Cada vez que meditamos sus dolores, unimos los nuestros a los suyos y colaboramos con Él en la redención del mundo”.  El Papa León XIV anima a vivir esta devoción con alegría y confianza, recordando que María acompaña a los creyentes en cada misterio, guiándolos al encuentro con su Hijo, fuente de toda consolación.

El legado del Papa Francisco

El Papa Francisco destacaba que los misterios dolorosos muestran el rostro misericordioso de Dios en el sufrimiento de Cristo. Al meditarlos, los fieles descubren que cada dolor es un acto de amor redentor y una invitación para acompañar, con compasión y esperanza, el sufrimiento del mundo.

El Rosario, escudo en la vida diaria

Rezar el Santo Rosario cada día es una práctica que, según la tradición católica, protege el alma del mal y fortalece la fe. Cada cuenta es una invocación de amor y esperanza, un diálogo íntimo con María que conduce a la paz interior y al encuentro profundo con Dios.

Una oración que une corazones y almas

El Rosario no solo se reza, se comparte. En familia, en comunidad o en soledad, sus misterios crean lazos de fraternidad y consuelo. Es una oración que atraviesa generaciones, une a los creyentes del mundo y mantiene viva la fe en medio del dolor y la esperanza.

“Rezar el Santo Rosario a nuestra Madre y enseñarlo a nuestras siguientes generaciones es un arma muy poderosa”

María Sierra
Laica comprometida

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