En nuestros primeros años de infancia, los encargados de brindarnos nuestras primeras oraciones fueron y siguen siendo los abuelos. El primer Padre Nuestro y Ave María, muchas veces los hemos escuchado de sus bocas. Muchos de ellos se preocupan o preocuparon en su momento por transmitirnos, no solo conocimiento intelectual o moral, sino una de las herencias más bellas que puede tener todo ser humano: la fe.
Formación
Marizela Turcios coordinadora voluntaria en Cáritas Suyapa y quien convive en varias actividades con personas de la tercera edad, nos expresa que “los abuelos son la parte más importante en la familia relacionada con la formación integral de valores y con la formación espiritual, con todos aquellos hábitos buenos que nos enseñan, porque los abuelos los dan con amor, con cariño, con fraternidad”. Turcios también agrega que muchos de ellos piden por sus hijos y nietos para la realización de sus vocaciones, sean cuales sean, ya sea al sacerdocio, a la vida religiosa, al matrimonio e incluso por los estudios o la carrera que van a elegir sus descendientes.
“Ellos son un eslabón un factor determinante para esa formación que todos los seres humanos. Necesitamos y ellos también necesitan de respeto, necesitan de cariño un abuelo en una familia sin duda que es alguien que va a determinar el éxito, la felicidad de esa familia a través de esos niños que se vuelven jóvenes y de esos jóvenes que se vuelven adultos”, puntualizó Turcios.
Amor
El cariño que nos tienen los abuelos es inagotable, ese sentimiento que ellos tienen hacia sus nietos e hijos es enorme. Este amor tiene múltiples beneficios según la psicóloga Maribel Plata, quien nos dice que una de las contribuciones de estos hermanos de la tercera edad a sus nietos, es que pueden ofrecerse en vida y alma de forma incondicional a diferencia que los padres.
“El rol que juega los abuelos es de cuidador. Son una fuente de comprensión, de entendimiento, ellos tienen mucho más tiempo, más experiencia de hecho podemos decir que hay hijos que se sienten mayor comprendidos por sus abuelos o abuelas”, expresa Plata. La experta agrega que las abuelas con los nietos tienen una relación más cálida. “En nuestra sociedad es muy común que estas mujeres estén a la par en el cuidado de los nietos, generalmente viven en casa y se aprovecha ese amor y esa atención que ellas tienen, sobre todo, de transmitir la fe”, puntualiza.
Realidades
No podemos dejar de lado que los abuelos son, a veces, afectados por la cultura del descarte y muchas veces son olvidados. El Padre Rodolfo Varela, sacerdote de la Arquidiócesis de Tegucigalpa y que en la actualidad se pre- para académicamente en el extranjero, nos comenta que “el Papa Francisco, siempre nos recuerda que los abuelos son los encargados de resguardar la cultura y las tradiciones y no podemos caer nosotros en esa cultura del descarte de que nuestros ancianos son inútiles”.
PAPA SIXTO IV
Recuerda el Vaticano que el culto a los abuelos de Jesús se desarrolló primero en Oriente, luego en Occidente y, a lo largo de los siglos, la Iglesia los ha recordado en diferentes fechas. Así, en 1481, el Papa Sixto IV introdujo la fiesta de Santa Ana en el Breviario Romano, fijando la fecha de la memoria litúrgica en el 26 de julio.
1 Enseñanza
Los abuelos nos enseñan a los hijos y a los nietos las diferentes formas de amor dentro la familia. Sin la presión de educar a sus nietos, los abuelos tienen un amor cómplice con ellos que se basa en la camaradería y la protección. Ellos nos dan un ejemplo de oración.
2 Confianza
Por lo general a quién recurrimos cuando tenemos un problema es a los abuelos, porque al final ellos nos enseñan la importancia de la cohesión familiar, una lección que se irá transmitiendo de generación en generación. Ellos siempre rezan por el desarrollo de la vocación de sus familias.
3 Vivencias
La experiencia es un grado y en el caso de los abuelos supone más de un grado. Ellos nos enseñan leyendas y tradiciones casi olvidadas, pero también nos enseñan a afrontar la vida desde una perspectiva madura y equilibrada, sobre todo, de la mano de Dios y de la familia.
