Presentada como una antesala de la gloria del Señor, la Transfiguración del Señor, es una fiesta de fe que nos invita a buscar un cambio en nuestras vidas, procurando iluminar nuestro camino con la voluntad del Señor.
Luz
El Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, Arzobispo Emérito de Tegucigalpa, es claro al mencionar que, “La luz de Dios, tiene que pasar a través de la expresión de nuestros rostros, a través de nuestras miradas, de nuestros gestos de solidaridad, de nuestras sonrisas”. Aquella experiencia que, iluminó a los discípulos, debe repetirse habitualmente en nuestras vidas. “Sin un momento de plenitud de vida, y de verdadero amor, la vida humana pierde su sentido. Por eso, la verdadera experiencia que da solidez real a nuestra vida humana es la de sentirnos amados como Jesús; nadie puede vivir de verdad sin la experiencia de este amor”, explica el Cardenal.
Cambio
Transfigurarse significa un cambio en la vida, transformar la enfermedad, los problemas en paz y serenidad, la guerra en paz, el pecado en gracia, el odio en respeto y amor, la enfermedad en fuente de reflexión y aceptación de la propia finitud, la desesperación en esperanza. Juan Carlos Canales, feligrés de la parroquia San Maximiliano Kolbe, al hablar de este tema afirma que, “es un momento transformador y liberador para quien lo atraviesa. La intimidad con Dios, la justicia para el pueblo de Dios y el amor a la humanidad pueden preparar el terreno para estos encuentros divinos gratuitos”. Esta fiesta nos invita a poner nuestra mirada siempre en Jesús, los cristianos hoy necesitamos volvernos de nuevo a Jesús, fuente de amor verdadero y de esperanza plena. Nadie como Él puede liberarnos de nuestros miedos, de nuestras inseguridades y del vacío de nuestro corazón.