Acostumbrados a observar jóvenes entusiastas ingresando a los diferentes seminarios de formación sacerdotal o a las consagraciones femeninas de vida religiosa, la idea de que adultos maduros lleven este proceso vocacional es poco frecuente, aunque tiene buenos resultados para la Iglesia.
A tiempo
Para el padre Juan Ángel Matamoros, presbítero de la Diócesis de Danlí, afirma que, en su caso, “Fue una experiencia que me marcó porque no tuve ayuda de parte de la parroquia en la que estaba, solo de mi familia, quienes me ayudaban con lo poco que podían para completar mi proceso”. La hermana María Elena Díaz, religiosa de Marilam, opina que “La vocación a una vida consagrada ministerial o religiosa, es un llamado de Dios que exige una respuesta. Lo importante es la respuesta libre y con amor; decir sí y dar lo mejor de sí mismo, no importando la edad en que se responda”.
Respuesta
Por su parte, el presbítero Marvin Ramírez, quien estuvo muy de cerca de la formación vocacional de la Diócesis de Choluteca, es de los que piensa que hay poco conocimiento para alentar este tipo de llamados, afirmando que “Todos pensamos que la vocación tiene que surgir desde pequeño, ese es el concepto que se maneja, pero no pensamos en las vocaciones adultas o comúnmente se le llama tardía”. También el padre Marvin, asegura que esto puede ser beneficioso para la vocación, porque “como decimos en nuestro lenguaje popular, ya llega ‘fogueado’, ya trae bien claro a que se van enfrentar, por lo que la decisión de dejarlo todo está normalmente más madurada”. En síntesis, los criterios de la vocación adulta o tardía pueden variar pero convergen en que la llamada del Señor puede llegar en cualquier momento.
Promoción
Si bien, las diferentes ferias y exposiciones de carismas para atraer vocaciones están en su gran mayoría dirigidas a la juventud, la Iglesia de Honduras busca crear espacios dedicados a adultos maduros, forjando vocaciones ya sea a la vida consagrada o a otros campos de servicio.