Los sacramentos son signos sensibles, es decir, palabras y acciones eficaces que nos transmiten la Gracia santificante. El segundo de los sacramentos de curación que hay en la Iglesia es el de la Unción de los enfermos. Aquí te presentamos siete puntos que nos da el catecismo de la Iglesia respecto a este sacramento:
- Con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve.
- El hombre del Antiguo Testamento vive la enfermedad de cara a Dios. Ante Dios se lamenta por su enfermedad (cf Sal 38) y de Él, que es el Señor de la vida y de la muerte, implora la curación (cf Sal 6,3; Is 38).
- Lo esencial de la celebración de este sacramento consiste en la unción en la frente y las manos del enfermo.
- El sacramento de la Unción de los enfermos tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o de vejez.
- El tiempo oportuno para recibir la Santa Unción llega ciertamente cuando el fiel comienza a encontrarse en peligro de muerte por causa de enfermedad o de vejez.
- Cada vez que un cristiano cae gravemente enfermo puede recibir la Santa Unción, y también cuando, después de haberla recibido, la enfermedad se agrava.
- Sólo los sacerdotes (presbíteros y obispos) pueden administrar el sacramento de la Unción de los enfermos; para conferirlo emplean óleo bendecido por el obispo, o, en caso necesario, por el mismo presbítero que celebra.