“Señor, qué bien estamos aquí; si quieres haré aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”, nos recuerda San Mateo en el capítulo 17, versículo 3. Las explicaciones que se nos dan, es que a veces, por quedarnos en la comodidad de nuestros grupos o movimientos, viviendo la experiencia de la Gloria de Dios, hace que a veces nos quedemos ese sentimiento solo para nosotros, cuando el Dios nos invita a salir de la comodidad y zona de confort para evangelizar en todos nuestros ambientes.
Y es que la fiesta de la Transfiguración nos recuerda que debemos de abrir el corazón para llevar a todo el mundo a poder ser testigos de la luz que es Jesús y la gloria de su salvación. Monseñor José Vicente Nácher, Arzobispo de Tegucigalpa, en su homilía para esta celebración que se realiza cada 6 agosto, recordaba que, cuando vivimos una experiencia en un retiro a momento espiritual fuerte, no queremos volver a la realidad, pero nos señala que “Al bajar del ‘monte santo’, pocas cosas habrán cambiado fuera, pero sí muchas habrán cambiado en nosotros. De manera que existe una transformación real y eficaz. El cambio en el mundo no es algo que se da sin más, sino por nuestra propia conversión personal y comunitaria. Si bien, Eucaristía no significa desentenderse de la realidad, pero sí significa iluminar ésta con una luz que vence toda oscuridad”, expresó el Monseñor.
Transformación
Mucho más allá que un texto bíblico importante, la Transfiguración del Señor debe generar una experiencia cercana con Jesús, así lo expone Juan Carlos Canales, feligrés de la parroquia San Maximiliano Kolbe.
