Después de vivir la misericordia de Dios, encarnada en su Hijo, nos adentramos a la tercera semana de Pascua conscientes de que somos necesitados todo el tiempo de la Resurrección del Señor Jesús indistintamente en los cargos o puestos que nos toca desempeñar, porque sin duda que esto no ayuda a ser personas totalmente distintas.
Y justamente es lo que necesitamos en nuestro país, un cambio, sobre todo en los tomadores de decisiones que tiene la responsabilidad de velar por el bienestar de la población hondureña, es por ello que el Vicario de la Basílica de Suyapa, Padre Bairon Cárcamo, considera propicio que, así como los discípulos anunciaron a Jesús resucitado, todos, especialmente la clase política, debemos anunciar el perdón, la justicia, la solidaridad, el amor, el respeto y la transparencia, porque de no hacerlo seguiremos en el sepulcro.
Exigencia
De cara a las próximas elecciones para 2025 y ante las candidaturas prematuras que han surgido, la diputada Fátima Mena, considera necesario apostarle al cambio. “La Pascua de Resurrección y este tiempo es más que propicio para que los políticos y políticas hondureños pensemos en cómo traducir nuestras acciones y propuestas en esperanzas, que sean luz, que sean buenas nuevas”, dijo. La congresista además añadió, que hay que llevar paz en medio de la guerra, reconoció además, que es natural que exista diferencias ideológicas de sectores, pero que no hay que mirarlas bajo una óptica de negatividad, sino bajo la luz de Cristo, “que esas diferencias no sean causa de división, sino más bien que sean fuentes de riqueza para construir una sociedad realmente digna, y que pueda incorporar las visiones y matices de todos los sectores, siempre enfocados en la dignidad del ser humano”.
Para el sociólogo Pablo Carías, el sistema político hondureño está en una situación de crisis y que es muy probable que lo que está sucediendo aquí también sea un fenómeno que se está dando en otros países, porque la política con el desarrollo de nuevos poderes económicos que son altamente concentradores y excluyentes de la mayoría de la población ya no viabiliza las posibilidades de generar condiciones adecuadas para el bienestar y progreso de la población, más bien. “La política se ha convertido en una especie de mercancía, porque al igual que la mercancía, la política se vende y se compra”, finalizó.