La Octava de Navidad recuerda a los mártires y a los fallecidos en la pandemia

Este tiempo propondrá la celebración del martirio de San Esteban, protomártir y la conmemoración de los Santos Inocentes

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El suplicio que algunos santos han sufrido, es para muchos teólogos la forma más heroica de alcanzar la santidad y sobre todo, cuando se da por odio a la fe o por defender la creencia.

Contrastante

La alegría de la Navidad llenará todo el mundo a pesar de las circunstancias que actualmente afronta la sociedad, es allí donde los mártires iluminan un tiempo alegre, pero no fácil si se recuerda todo lo que la familia de Nazaret vivió. Por lo que parecerá contrastante y hasta incongruente que la Iglesia proponga la figura del primer mártir San Esteban, lapidado y dando su vida por el seguimiento del Evangelio y la conmemoración de los Santos Inocentes, en la que la Iglesia hace ver que el único sentido que Herodes tenía, era de asesinar al Niño que ha nacido, a Jesús. El diácono permanente, Javier Suazo, externa que “Hay que estar siempre presentes para defender y procurar preservar la vida de aquellos que sufren, castigados por la violencia y la injusticia de los que van en contra de la ley divina”.

Sentido

El Padre Tony Salinas, doctor en Sagrada Escritura, afirma que “El amor que se tiene que dar a Cristo, nos tiene que comprometer al sentido profundo de querer dar la vida y cómo este testimonio de los amigos de Jesús, puede pasar para nosotros por el camino de la Cruz. El discípulo también celebra a su Señor en el nacimiento y lo reconoce como Salvador cuyo destino ya está marcado por el árbol de la Cruz”. Wilson Velásquez, miembro de la Pastoral Bíblica de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, opina que “La celebración de los mártires en el tiempo de Navidad, tiene precisamente implicada una invitación a reconocer que Dios es quien tiene la última palabra sobre la vida y a confiar que, en esa venida de Cristo, acogerá a aquellos que ofrendaron su vida por el Evangelio”.

Ni por casualidad ni por solo llenar un espacio, la Iglesia sabia y maestra, propone esta figura de seguimiento cristiano, enfocada en lo que Jesús padecería tiempo después. Es un modelo de santidad con sufrimiento, pero con segura recompensa.

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