Un nacimiento siempre implica un nuevo comienzo, un volver a empezar. Al celebrar este 25 de diciembre, la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, es una oportunidad perfecta para cumplir aquellas palabras de San Pablo a los Colosenses, “Vístanse del hombre nuevo, que sin cesar se renueva”. La palabra “Renovar”, viene del latín “Renovare” y significa volver a ser nuevo. Ser hombre
y mujer nueva, es tener una nueva vida en Jesús y la primera consecuencia de este ser nuevo en Cristo, es la fe y la caridad.
Realidad
La pandemia, además de las heridas que ha dejado en la familia por las complicaciones de salud y muertes, ha venido a “herir” las comunidades cristianas, ya que muchos, se han acomodado a una fe virtual, que durante mucho tiempo nos sostuvo, pero que, para el Padre Eduardo Mancía, esto debe cambiar. “No es posible, tenemos que levantarnos, salir de nuestras casas, con las debidas medidas de bioseguridad, siendo responsables, pero volviéndonos a encontrar para renovar nuestra fe, y la Navidad es el
momento preciso para eso” dijo. En la Carta Apostólica Porta Fidei, el Papa Emérito Benedicto XVI, nos recordaba precisamente que “La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia
y gozo”. Preparación El tiempo de Adviento que se ha vivido es por excelencia un espacio de preparación para vivir el misterio de la Encarnación. “Preparen el camino del Señor” nos recuerda San Juan Bautista, por eso debemos evitar el peligro de caer en la tentación de solo preparar, pero no disfrutar el momento, el hecho de contemplar al Señor que viene a nuestro encuentro. Es por esto, que el Padre Wilson Canizales, expresa que para lograr esta renovación en torno al Niño Dios, implica primero una revisión en nuestra vida. “Una de las cosas que tenemos que plantearnos de cara a esta Navidad es nuestro proceso de conversión. Cada día
debemos convertirnos y este es un maravilloso momento para mirar en lo profundo de nuestro corazón”. Esto irá conduciendo a la persona, para que logre renovar la fe en este tiempo de gracia.
Actitudes
La renovación de la fe que nos permite vivir este tiempo litúrgico debe ser concreta. Es por ello, que actitudes como la sencillez y
sobriedad, son determinantes afirma Abrahán Álvarez, seminarista de la Arquidiócesis de Tegucigalpa. “Hay que tomar ejemplo de esa sencillez, de ese despojo de lo material, para renovar nuestro deseo de ser cada día unos mejores servidores y cristianos” afirmó. Axel Cruz, otro joven seminarista añade que “Nuestra fe renace en la escucha, pues en todo este tiempo litúrgico se nos invita a estar atentos y a saber preparar el camino al Señor”.
Compromisos
Los laicos también tienen una voz importante en torno a los compromisos que se deben realizar para obtener esa renovación que da Jesús. David Rodríguez, integrante de la Renovación Carismática, considera que se debe dejar esos resentimientos que por
muchos años han dañado la vida familiar y a nuestra sociedad. “Más que preparar los regalos, la casa, la cena, es permitirle a Jesús entrar en nuestras vidas porque Él nos da la alegría y la unidad” recalcó. Por su parte, Ana Lucía Valle, integrante de la Pastoral Juvenil de la Parroquia Cristo Resucitado, considera que “Debemos mejorar en la oración, ya que, sin ella, Dios no tiene sentido en nuestra vida”. Las palabras del salmo 80 se pueden convertir en una oración muy propicia para buscar renovar nuestra fe. “Oh Dios, restáuranos que brille tu rostro y nos salve”.