No hay duda que los hijos son como las flores de un jardín, con ellos llega la alegría de un hogar y el motor del matrimonio. Pero qué sucede si en la dulce espera de un bebé este no se da y se enfrenta a la fatídica noticia que los pequeños latidos de un corazoncito soñado han dejado de latir. El mundo se derrumba no solo para la madre sino para ambos padres que han añorado a un pequeño que llenaría a ser la luz del hogar.
Pero la esperanza vuelve a resurgir con el bebé arcoíris, pues precisamente se le llama así porque es el que viene a iluminarnos después de una tormenta (la pérdida). Son verdaderos campeones que vienen a depurar la ansiedad, el miedo y la tristeza que generó la perdida anterior, son niños que embellecen los hogares tal como lo hace un arcoíris.
El nombre procede de la imagen tan bonita que se ve en el cielo después de la lluvia o la tormenta, en clara alusión a lo bueno de la llegada de estos niños después de la tristeza que representa para cualquier persona o familia que la vida de un bebé quede trunca.
Dolorosas cifras
Entre el 10% y 20% de las gestaciones resultan fallidas y acaban en un aborto espontáneo. Las personas que pierden a sus hijos de esta manera deben atravesar una etapa de duelo, durante la que es importante afrontar y sobrellevar sentimientos como el enfado, la culpa, depresión y ansiedad. Se dan un sin numero de preguntas “¿por qué a mí, por qué a nosotros?” no encuentra respuesta, y es el tiempo el que ayuda a aliviar las heridas, hasta que llega un momento en que la mujer o la pareja deciden buscar otro embarazo y es donde aparece el tan hermoso milagro del bebé arcoíris.
Los bebés arco iris llegan para iluminar la vida de sus padres, pero bajo ningún concepto se puede pensar que su presencia reemplaza la del niño fallecido.