El Padre Alberto Enamorado, asesor de la Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, destaca que, si un joven se siente acompañado, puede cambiar su realidad y su mundo
En medio de una realidad nacional mar- cada por el desempleo, la violencia, las adicciones y el debilitamiento del tejido familiar y social, la juventud hondureña sigue siendo uno de los sectores más vulnerables, pero también uno de los más esperanzadores. Diversos sectores coinciden, que los jóvenes no deben perder la esperanza, aún frente a los desafíos que enfrentan, y uno de los principales es el desempleo, las drogas y la tecnología.
Hiperconectividad
El Padre Alberto Enamorado, Asesor de la Pastoral Juvenil Arquidiocesana (PJA) de Tegucigalpa, expresa que, desde su experiencia, advierte un fenómeno alarmante: la creciente desconexión emocional de los jóvenes en un mundo hiperconectado virtualmente. “Se ha perdido la sensibilidad humana, el verdadero contacto”, afirma.
La Iglesia, en ese sentido, ofrece espacios como la PJA, para que los jóvenes puedan reencontrarse consigo mismo, desarrollar su espiritualidad y sentirse parte de una comunidad. “El joven necesita saber que existe, que pertenece, que tiene algo que aportar”, se debe incluir en todas las esferas de la sociedad: desde la política hasta lo económico, desde lo espiritual hasta lo familiar”, destacó el Presbítero.
Realidad
Para la psicóloga Patricia Mackay, los jóvenes de hoy han migrado a otro tipo de drogas, a adicciones no clásicas como: los videojuegos, la pornografía o el celular. “A esto se suma una creciente normalización de la violencia, incluso dentro del núcleo familiar”, afirma la experta. Para Mackay, la pérdida de respeto a la autoridad y la falta de modelos positivos, se suman a otros factores estructurales como la pobreza, el desempleo y la falta de acceso a la educación. Sin embargo, también ella destaca, que “la esperanza sigue siendo una herramienta terapéutica y social para los jóvenes”.
LA JUVENTUD: UN FARO DE LUZ
1 Oportunidades
“Los jóvenes están siendo excluidos por el modelo económico actual, utilizados únicamente de forma instrumental, por lo que debemos cultivar relaciones de paz y oportunidades para que el joven pueda desarrollarse”, expresa el sociólogo Armando Orellana.
2 Alegría
Para Gabriela Amador, joven de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, hay cientos de jóvenes que, a pesar de las dificultades, responden con compromiso y liderazgo misionero. “La misión no es lo que ya tenemos, es lo que aún falta, y son los jóvenes los que están llevando la alegría de Cristo”, destacó.
3 Invertir
El economista Martín Barahona, expresa que, sin un cambio estructural en el sistema económico, las posibilidades de futuro seguirán siendo limitadas, por lo que se debe invertir en la juventud, no como gasto, sino como la más grande riqueza nacional.