En una sociedad donde la figura del sacerdote está constantemente bajo el escrutinio público, es vital recordar que ellos también son seres humanos, con limitaciones y desafíos. El Padre Alberto Enamorado, párroco de la comunidad Divina Providencia en Tegucigalpa, nos invita a reflexionar sobre esta realidad y a fomentar una cultura de comprensión y oración hacia quienes dedican su vida al servicio pastoral. Padre Enamorado destacó la dualidad del sacerdocio, tanto desde un aspecto humano como ministerial, dijo que “el sacerdote es otro hijo de Dios bautizado, llamado a servir dentro de este mundo”, subrayando que a pesar de su consagración, sigue siendo un hombre con fragilidades y limitaciones. Enfatizó que, como cualquier persona, los sacerdotes enfrentan desafíos y pueden cometer errores. Sin embargo, la crítica y el juicio hacia ellos pueden ser desproporcionados, especialmente dado que están expuestos públicamente.
Es fundamental que la comunidad vea a los sacerdotes como hermanos que también necesitan apoyo y oración. “Muchos piden la oración de un sacerdote por ellos, pero también ellos, el resto de estos hermanos, también deben orar por el sacerdote para animarlo, darle fuerzas en el camino”, concluyó el Padre Enamorado.
Invitación
El sacerdocio, tal como lo describe el Padre Enamorado, es una vocación sagrada y frágil, una “vasija de barro” que requiere cuidado y respeto. La invitación es clara: más comprensión, menos juicio y un compromiso constante de oración para aquellos que, desde su humanidad, buscan servir a Dios y a su comunidad. Por su parte, Iveny Alba, Ministra Extraordinaria de la Comunión, hace un llamado a la comunidad católica a reflexionar sobre la importancia de valorar y apoyar a los sacerdotes, quienes, a través de su vocación y servicio, permiten la presencia de Cristo en la Eucaristía y en la vida de los feligreses. “Es importante ver en cada sacerdote la figura de Cristo y valorar su presencia entre nosotros”, afirmó Alba.
Subrayó que, mediante la imposición de manos del sacerdote y la acción del Espíritu Santo, los fieles son testigos del milagro de la transubstanciación en cada misa. Este milagro, destacó, solo es posible en la presencia de un sacerdote, lo que resalta su papel esencial en la Iglesia.
Alba también instó a los feligreses a reflexionar sobre cuánto valoran y cuidan a sus sacerdotes. “Muchas veces buscamos en cada sacerdote que sean perfectos, pero sabemos que aquí en la Tierra nadie es perfecto, solo Dios”.
Recordó que los sacerdotes también tienen necesidades personales y familiares que a menudo pasan desapercibidas para la comunidad. Alba enfatizó la importancia de la oración y el apoyo comunitario para los sacerdotes, quienes dedican sus vidas al servicio de Dios y de la comunidad. Este mensaje resuena con las palabras del Papa Francisco, quien ha reiterado la necesidad de reconocer la humanidad de los sacerdotes y apoyarlos en su labor pastoral. En varios discursos, el Papa ha destacado la importancia de ser misericordiosos y de comprender las fragilidades y desafíos que enfrentan los sacerdotes en su ministerio.
SERVICIO “GENERATIVO”
El servicio, es la “tarjeta de identidad” de los ministros de Cristo y el corazón de su misión. Jesús enseñó con su ejemplo constante de humildad y servicio, especialmente en la Última Cena al lavar los pies de sus discípulos. Un sacerdote formado de esta manera comprende que su llamado es estar al servicio del pueblo de Dios, acompañándolo bajo el amor sacrificial de Cristo en la cruz, donde asumió voluntariamente la carga y responsabilidad por todos.