La fiesta de Pentecostés nos lleva a respirar “Vientos frescos”

Esta celebración nos presenta una nueva oportunidad para abrir el corazón y dejar que el Espíritu Santo transforme la vida

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El papa León XIV. EFE/Medios de Comunicación del Vaticano

Es la tercera persona de la Santísima Trinidad, quien nos unge en el Bautismo para incorporarnos al plan de Dios, quien nos da un “espíritu de valentía”, como lo dice San Pablo y quien ha estado presente desde la creación misma del Todopoderoso. Para muchos, es un desconocido e incluso poco creíble; para otros, su compañía es de vital importancia para comprender la voluntad del Padre en el caminar diario. No hace falta perderse en la Biblia buscando sus orígenes: ya el libro del Génesis, en sus primeros dos versículos, lo muestra como aquel que “aleteaba sobre la superficie de las aguas” (Gn 1, 2). También el profeta Isaías anunciaba al Mesías como aquel que llevaría consigo los dones de “sabiduría, inteligencia, ciencia, piedad”; gracias que nuestro Señor Jesucristo recibió el día de su Bautismo en el río Jordán, siendo instrumento su primo Juan.

Celebración

Cincuenta días después de la Pascua, la gran fiesta de Pentecostés es celebrada cada año no solo para recordar, sino para pedir y evocar esa manifestación misericordiosa de Dios sobre su pueblo. Al igual que los apóstoles en el día de Pentecostés, feligreses de todas las parroquias y templos esperan cada año esta manifestación de amor sobre sus vidas. Para Santos Hernández, coordinador de la Renovación Carismática Católica (RCC), de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, esta espera renovadora tiene un camino: la oración. “Es necesaria la escucha, sumergirnos en la oración.

Vivir Pentecostés hoy es una nueva experiencia, son vientos frescos que nos dan fuerza, reaniman la fe y nos sumergen en ese vivir continuo del Espíritu Santo”, detalló. Hernández continúa añadiendo que “no debemos temer abrir nuestro corazón a la gracia divina del Espíritu Santo para que Él habite y nos enseñe cómo caminar en esta Iglesia que peregrina. La Iglesia debe enseñar, como madre y maestra, que estas vivencias de Pentecostés son de todos los movimientos y de toda la Iglesia, impulsándonos a una nueva misión: llevar la voz de Cristo a quienes no lo conocen”.

Por su parte, Nadya Girón, predicadora y catedrática universitaria, menciona que solo se necesitan dos cosas: “Ponerse y disponerse. Ponerse en el lugar correcto: una parroquia, un grupo de oración, una comunidad. Y disponerse con confianza: confianza de madre, de padre, de alguien con quien te sientes bien. Eso es Dios. Y más aún, disponerse con confianza a la acción de un Padre misericordioso que solo quiere lo mejor para su hijo amado”.

El Padre Víctor Ruíz, Asesor de la RCC de Tegucigalpa, lo ve como una gran oportunidad para iniciar un nuevo camino, partiendo desde la experiencia de María Santísima. “Creer es aceptar que Dios lo envió y puso en orden todas las cosas cuando el Padre Creador hizo el cosmos que nos rodea. Es también creer que es el mismo Espíritu que, según nuestra fe, se encarnó en el seno de la Virgen y engendró al Hijo de Dios en María Santísima. Debemos creer también que es Él quien vino en Pentecostés y llenó a la Iglesia en presencia de los discípulos y de María”, dijo. Por otra parte, Aarón García, máster en Teología Espiritual, comparte su testimonio sobre la vivencia del Espíritu Santo en Pentecostés: “Es hasta que uno actualiza su Pentecostés personal que descubre la fuerza que habita en cada bautizado, en cada confirmado. Pero esa fuerza necesita una sacudida, un despertar. Así me pasó a mí: al actualizar mi Pentecostés personal, por medio del encuentro con Jesús”.

En Pentecostés, la Iglesia no solo conmemora un hecho histórico, sino que se abre nuevamente a la gracia transformadora del Espíritu Santo. Es una invitación a renovar la fe, a vivir una experiencia real con Dios y a asumir con valentía la misión de llevar su amor al mundo, tal como lo hicieron los primeros discípulos.

IMPORTANTE CELEBRACIÓN

Pentecostés es la fiesta que celebra el derramamiento del Espíritu Santo sobre los apóstoles, marcando el nacimiento de la Iglesia. Es un tiempo de renovación, envío y gracia, donde Dios impulsa a vivir y anunciar con fuerza el Evangelio.

1 Pentecostés

El Espíritu Santo no solo anima el corazón, también impulsa a salir, a anunciar el Evangelio sin miedo. Pentecostés es fuego que transforma al creyente en testigo, dándole palabras y valentía para llegar a quienes aún no conocen a Cristo.

2 Renovación

Vivir un “Pentecostés personal” implica abrir el corazón a la acción de Dios. Es dejarse sanar, guiar y renovar por el Espíritu Santo, quien nos recuerda que no estamos solos, y nos regala una paz real, incluso en medio de las pruebas.

3 Iglesia

Como en el cenáculo, la Iglesia actual necesita dejarse llenar de la presencia viva del Espíritu Santo. Solo con su impulso puede caminar, enseñar, abrazar a todos y responder con alegría y esperanza a los desafíos del mundo.

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