TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El calendario litúrgico marca el 03 de julio como el Día de Santo Tomás, el apóstol de Jesús que ha pasado a la historia por no haber creído inmediatamente en la Resurrección. Pero que, al verlo, de su boca salen unas palabras, que podríamos decir que fue- ron inspiradas por el Espíritu Santo: “Seño mío y Dios mío”.
Esto reafirma tanto la fe de Santo Tomás y debe reafirmar la fe de todos nosotros. Por eso Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo. Para el seminarista Job Zapata, nuestra fe, no debe ser una fe con sabor a fanatismo, donde solo creamos guiados por nuestras emociones “Al contrario, nuestra fe debe de ser racional, con fundamentos, una fe que no sea a ciegas, una fe que también sea guiada por el intelecto”, además, recordó lo que dice San Juan Pablo II en su carta encíclica Fides et Ratio: “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”.
Confiar
Ante tantas situaciones adversas que enfrentamos, no debemos perder la fe, por- que como cristianos estamos llamados a confiar en el Señor con seguridad, sin esperar una señal. Y justamente en este proceso sinodal resuena la virtud de la esperanza, la esperanza no es incierta, el Apóstol San Pablo nos lo menciona en la carta a los Romanos 15, 13 “Que el Dios de toda esperanza los colme de gozo y paz en el camino de la fe y haga crecer en ustedes la esperanza por el poder del Espíritu Santo”.
La catequista Ana Lanza relaciona esta cita bíblica, con nuestra vida, porque estamos en este mundo llenos de prisas, y queremos que Dios nos de respuestas inmediatas, sin embargo, San Pablo nos invita a tener fe y hacer crecer la esperanza, confiando en Dios uno y trino presente en nuestra madre Iglesia.
