La depresión, falta de empleo e inseguridad, son las “cruces” que cargan los hondureños

Según Fray Trino Espinal asegura que en este tiempo de Cuaresma, lo más importantes es orar para que la cruz sea menos pesada

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La Cuaresma es un tiempo litúrgico de conversión que se centra en tres pilares espirituales: la oración, el ayuno y la limosna, pero igual, este tiempo sirve para reflexionar sobre esa cruz que cargó el Señor Jesús, la cual llevó en sus hombros y con la que muchas veces se cayó, se lastimó, pero se levantó.

Y al relacionar en este tiempo de Cuaresma, que hoy los hondureños cargamos a diario “cruces” tan pesadas, y no solo por 40 sino todos los días del año. El sociólogo Armando Orellana, expresa que el rencor, la depresión, la falta de empleo, el egoísmo, la inseguridad y la envidia, son cruces que llevamos a cuesta, pero en este tiempo se debe de analizar y aprender a amar la cruz y llevarla, aunque nos afecten esos problemas. Mario Coello, feligrés de la Parroquia Inmaculada Concepción, es de la opinión que “La realidad de la Honduras que hoy vivimos, cada día es más complicada, más pobreza, menos oportunidades para salir adelante, pero hay que ser fuerte y agarrarse de Dios”. Coello dijo también que “lo importante es por muy pesada se la Cruz, hay que seguir y caminar”.

Consejos

Para el Padre Juan Ángel López, Párroco de la Comunidad Sagrado Corazón de Jesús, en Tegucigalpa, en este tiempo de Dios se tiene que volver a lo básico de nuestro seguimiento del Maestro y eso implica “Una renuncia de nosotros mismos para poderlo seguir sin ninguna carga, más que la carga de nuestra Cruz, pero siguiéndolo a Él”. Fray Trinidad Espinal, Párroco de la comunidad Inmaculada Concepción de Comayagüela, igual aconseja, que la forma de poder llevar esas pesadas cruces, que son los problemas que podemos tener a diario y muchos son parte ya de ese vivir, es “No olvidar ese ejemplo de María y de Jesús; ellos lloraron, se cayeron, pero nunca se cansaron de orar y de dar gracias a Dios”.

Sobrellevar la cruz

El Papa Francisco recuerda que las cruces del mundo actual – son las “personas hambrientas de pan y amor”, de los migrantes, de los niños “heridos en su inocencia”, de los sedientos de justicia y paz, e incluso de la Iglesia católica “que se siente atacada continuamente desde el interior y el exterior”.

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