Al celebrar el Adviento, la Iglesia actualiza la espera del Mesías, primero participando en la preparación de la Navidad, para contemplar a Dios hecho niño, siendo el Emmanuel, Dios con nosotros, pero también, es un tiempo propicio para renovar el ardiente deseo de su segunda venida, así nos van disponiendo las lecturas proclamadas en estos días. Para esto, la Iglesia que es madre y maestra, nos recuerda que tenemos que vivir la conversión, volver a Dios, para gozar de las dulzuras del Señor, concretamente en estos días, en la Navidad.
Conversión
El padre Fidel Oñoro, experto en Sagradas Escrituras, indica que, la conversión no consiste en cambiar “cositas” en la vida sino en un movimiento interno y total que sintoniza la vida con Dios. “La metáfora del árbol es oportuna: a veces hacemos como con los arbolitos de navidad, a los cuales les agregamos frutas y otros adornos ficticios; la conversión no es agregarle cosas a la vida, sino ser lo que realmente somos, a partir de la obra del Dios del Reino que nos habita”, dijo.
Si bien es cierto, este proceso se intensifica en la Cuaresma, el Adviento también se vive con cierta austeridad, para indicar que se acerca el Señor y debemos estar preparados. El padre Santos Pablo Vásquez, párroco de la comunidad San Martín de Porres, es del criterio que la fe, es esa fuerza dinamizadora que es capaz de convertir el corazón del hombre y la conversión nos lleva a vivir de una forma totalmente distinta. “Son cuatro semanas, en donde tenemos que dar el paso de la oscuridad a la luz, para que esta sea capaz de iluminar y al ver la luz, reconocer a Cristo, reconociéndole le podamos amar y entregarnos, sirviendo a nuestros hermanos”.
Evangelización
San Juan Bautista es uno de personajes de este tiempo litúrgico, que nos llama a ser valientes evangelizadores. Bien dijo el Papa emérito Benedicto XVI, al afirmar que, “El anuncio de la fe solamente puede ser creíble cuando parte de un corazón convertido”. El padre Bernardino Lazo, de las Obras Misionales Pontificias, manifiesta que este tiempo es una invitación a darle mayor fuerza a la virtud de la esperanza, ya que, nos preparamos para recibir al Salvador del mundo. “Es un tiempo para aguardar en lo más profundo del corazón, esa esperanza que se concretiza en un niño que nos va a nacer y que nos trae la paz, la justicia, la alegría, el amor, que precisamente son los valores que fundamentan la misión”, dijo.
La conversión según el Catecismo
En su numeral 1435 establece que “La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho, por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de la justicia”.