Se aproxima el Miércoles de Ceniza con el que damos inicio al tiempo de la Cuaresma. Es común, en este día, ver los templos más llenos que de costumbre aunque no es una fiesta de precepto. Los fieles gustan mucho de los signos como la cruz de ceniza, pero con esto, debe de procurarse tener el cuidado de no caer en pensar que con este símbolo que nos signan es mágico o motivo de orgullo para exhibir.
El padre Tony Salinas, párroco de la comunidad San Juan Bautista de Ojojona, profundiza al respecto al decir que “Hay que ser conscientes que el valor del Miércoles de Ceniza no está en la cruz que se nos hace, sino en el signo de la ceniza”.
El ritual ofrece dos posibilidades: una de imponer la ceniza sobre la cabeza o colocar el signo de la cruz en la frente, por tanto, el valor fundamental está en el sentido que tiene este elemento, sentido que recuerda lo que nos dice la expresion, somos polvo y al polvo volveremos, explica el presbítero.
El padre Salinas agrega que “este texto, quiere invitarnos a una reflexión de despojo, el deshacernos del hombre viejo con su arrogancia, prepotencia, concupicencia y reconocer que la bondad y el bien solo puede encontrarse en un Dios definitivamente bueno, el humillarse es un signo profundo del Miércoles de Ceniza; no existe nada más equivocado que lucir o querer aparentar ante los demás que ya tenemos la ceniza impuesta en nuestra cabeza”.
El signo externo va orientado a una actitud interna de abajamiento así como el del Hijo de Dios en la cruz que San Pablo expone en la carta a los Filipenses y explica que el verbo se rebajó hasta hacerse un siervo. Además, se aclara que la ceniza de ninguna manera va unida a algún carácter mágico, ni amuleto, la ceniza nos demuestra fragilidad humana.