La castidad es una de las palabras más incomprendidas y subestimadas a lo largo del tiempo, solo por el sencillo hecho de ser confundida con la abstinencia sexual, sin embargo, esta es una riqueza dentro de la Iglesia, ya que es el arte de no tratar nunca al otro como un objeto. Con base a lo expuesto, el sacerdote Alberto Enamorado, párroco de la comunidad Divina Providencia de esta capital, indica que para los jóvenes, esto “Debe de ser una llamada a vivir una verdadera vida que nace únicamente del amor, pero, sobre todo, del corazón del ser humano”.
Obediencia
Ejemplo de esto es Santa María Goretti, quien responde a aquello que nos dice el Evangelio de San Juan que nos indica “Mi padre y yo vendremos a él y haremos con él morada”. Es muy importante cuando Dios habita en un corazón y en una mente, deja visualizar claramente su proyecto en nuestras vidas. En consecuencia a esto, María Goretti comprendió cuál era su proyecto con Dios a través de la obediencia y castidad para resguardar su cuerpo como templo del Espíritu Santo, prefiriendo morir antes que profanarlo.
“Cuando Dios habita en nosotros podemos entender todas nuestras manifestaciones y nuestras necesidades a la luz del misterio del amor de Él” nos comparte el padre Tony Salinas, párroco de la comunidad de San Juan Bautista de Ojojona. Por otro lado, Ely de Salinas, feligrés de la comunidad Nuestra Señora de Guadalupe, quién tiene un matrimonio de 57 años con Roger Salinas, expresa que la castidad como opción de vida debe de fomentarse en casa. “Los padres enseñándole a los niños y jóvenes que es el valor de llegar castos al matrimonio, ya que es como un regalo para nuestros futuros compañeros de vida”, puntualizó. Debemos recordar que amar al Señor no implica tener una edad adulta, sino que desde muy jóvenes podemos sentir ese llamado.