Jóvenes protagonistas de la esperanza en un país que sueña con un futuro mejor

En junio se conmemora el Mes de la Juventud, un tiempo propicio para centrar las miradas en este importante grupo de la sociedad y de la Iglesia

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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En este mes de junio, la Iglesia en Honduras alza la voz para recordar a todos los jóvenes que no son solo el futuro, sino el presente de un país que necesita urgentemente signos de esperanza. En medio de un contexto social y económico adverso, en el que muchos jóvenes se sienten abatidos por la violencia, el desempleo, la migración forzada y la pérdida de sentido, la Pastoral Juvenil impulsa un mensaje claro y esperanzador: “Los jóvenes están llamados a ser los principales portadores de esperanza en sus comunidades, en la Iglesia y en la sociedad”.

Atención

El llamado toma aún más fuerza este año, marcado por la celebración del Año de la Esperanza, en preparación al Jubileo 2025 convocado por el Papa Francisco (Q.D.D.G.) y al que dará continuidad el Papa León XIV. Es una oportunidad para mirar el presente con ojos nuevos y renovar el compromiso evangelizador de la juventud católica. “Estamos en una etapa crucial. Vemos a muchos jóvenes des- animados, sin sueños, cargando una mochila muy pesada que no les corresponde.

Pero también sabemos que cuan- do un joven se encuentra con Cristo, recupera la alegría y se convierte en un faro para los demás. Por eso decimos con fuerza: este es su tiempo, el tiempo de los jóvenes de esperanza”, afirma el Padre Alberto Enamorado, asesor de la Pastoral Juvenil Arquidiocesana (PJA) de Tegucigalpa. El sacerdote subraya que no se trata solo de motivarlos a participar en actividades eclesiales, sino de despertar en ellos el llamado a ser transformadores en todos los espacios de la vida cotidiana: la familia, la universidad, el barrio, el trabajo y las redes sociales.

“La esperanza no es un discurso vacío. Se demuestra cuando un joven, aún con sus luchas, se levanta cada día para construir algo mejor. Y si lo hace de la mano de Dios, entonces se vuelve imparable”, añade.

Presencia

A lo largo de la historia reciente, la juventud hondureña ha estado presente en momentos cruciales: durante los huracanes Mitch, Eta y Iota, en la defensa de los derechos humanos, en campañas de solidaridad y en la promoción de valores desde el arte, la cultura, el deporte y la Iglesia. Cada generación tiene su propio reto. Hoy, el reto es no rendirse ante el desánimo generalizado. “El país necesita jóvenes que no se acomoden, que se formen, que piensen en los demás. Y, sobre todo, que se sientan amados por Dios. Cuando uno sabe que Dios lo ama, ya no tiene miedo de dar pasos grandes”, expresa con convicción el padre Enamorado.

Realidades

En Honduras, más de 2.5 millones de personas tienen entre 15 y 29 años. Son la fuerza más numerosa del país, pero también una de las más golpeadas. Muchos abandonan sus estudios por falta de recursos, otros viven bajo la amenaza de la violencia, y miles han migrado con la esperanza de hallar oportunidades en el extranjero. “Hay jóvenes que, a sus 20 años, ya han pasado por más tragedias que un adulto de 50. Eso los va apagando por dentro. Por eso, el trabajo de la Iglesia con ellos no puede ser superficial.

Necesitamos escucharlos, formarlos, acompañarlos. Y sobre todo, creer en ellos”, comenta Antonio Motiño, asesor adulto de grupos juveniles. La PJ ha sido, en muchos sectores del país, un espacio de con- tención emocional, espiritual y comunitaria para jóvenes en riesgo. Es también un semillero de liderazgo cristiano. “Yo mismo era un joven desconectado de la fe y del país, hasta que en un retiro descubrí que Dios me llamaba a algo más grande. Hoy quiero animar a otros a no rendirse. Los jóvenes somos capaces de muchas cosas si confiamos en Dios y trabajamos juntos”, comparte Lester Meléndez, joven líder de PJ.

Este mes, Honduras necesita jóvenes que, en vez de rendirse, elijan encender luces. Jóvenes que no huyan del país, sino que luchen por transformarlo desde dentro.

CLAVES PARA SER PORTADORES DE ESPERANZA

1 Reencuentro

Todo comienza en el interior. Un joven que se reencuentra con Cristo, especialmente en la Eucaristía y en la oración personal, redescubre su identidad más profunda: la de hijo amado de Dios. Este encuentro transforma la vida desde adentro.

2 Caminar

En la realidad cotidiana, no faltan jóvenes que se sienten vacíos, sin rumbo, golpeados por la ansiedad o la soledad. Aquí entra en juego la misión del que ha sido tocado por la esperanza: convertirse en hermano. Escuchar sin juzgar, acompañar sin imponer.

3 Liderar

Hoy más que nunca, el liderazgo joven es urgente. No se trata de ser populares o figurar en redes sociales, sino de ponerse al frente con responsabilidad, generosidad y coherencia. En la Iglesia, en la familia, en la universidad o en la comunidad.

4 Testigos

La evangelización no es solo para quienes tienen micrófono en mano. Cada joven puede ser un misionero en su entorno, dando testimonio con su manera de vivir, sus valores, sus palabras y sus decisiones. No hace falta ser perfecto; basta ser sincero.

5 Comprometerse

La esperanza se construye también con las manos. Por eso, un joven portador de esperanza es aquel que se organiza, que actúa, que se compromete con su entorno. Hay mil formas de hacerlo: visitando a los abuelos del barrio, promoviendo campañas, Etc.

6 Autenticidad

Las redes sociales se han convertido en la plaza pública de nuestro tiempo. Allí también debe estar la esperanza. Por eso, los jóvenes cristianos están llamados a evangelizar con creatividad y alegría en estos espacios, compartiendo mensajes que edifiquen.

7 Oración

La oración es el motor silencioso que sostiene todo compromiso. Un joven que ora se fortalece, se orienta y mantiene la mirada puesta en lo esencial. Pero la oración no nos aleja del mundo; al contrario, nos lanza a transformarlo.

MENSAJE A LA JUVENTUD

El Papa Francisco, en su último video de intenciones de oración para el mes de febrero de este 2025, invitaba a los jóvenes a escuchar al Espíritu Santo cuando “habla a través de las inquietudes que los jóvenes sienten”, es decir a seguir el llamado de Dios.

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