Jesucristo nos da la verdadera alegría y esperanza perfecta

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En la Eucaristía de este tercer domingo de Adviento, presidida por monseñor Teodoro Gómez, obispo auxiliar de Tegucigalpa al leer la homilía preparada por el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, recordó que este domingo es llamado el “domingo del gozo y de la alegría” ya que, en la Liturgia, hay una invitación a la alegría, como hemos escuchado en el profeta Isaías (35, 16.10): “el desierto y el yermo se regocijarán”… Al profundizar sobre este gozo en el Señor, explicó que, “El profeta alude a lo que Israel vivía en un mal momento: gran parte de la población había sido desterrada a Babilonia, y Palestina estaba desolada y sometida al invasor. Estamos entre los años 550 y 540 antes de Cristo…En este contexto de abatimiento y derrota Isaías anuncia que la suerte de su pueblo cambiará. Por eso, la invitación a la alegría: “se alegrarán con gozo y alegría”.

Nuestra alegría es por Jesús en medio de nosotros, “esta alegría se realiza para nosotros plenamente en la venida de Jesús al mundo. “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Evangelii Gaudium) ¿Qué hemos hecho los cristianos con la alegría del Evangelio? ¿Por qué no contagiamos alegría y más esperanza? Los cristianos tenemos que reivindicar la alegría porque tenemos esperanza: una alegría realista, basada en la certeza profunda de sentirnos amados” advirtió.

De igual manera, explicó que, “El Evangelio es un mensaje de alegría y de esperanza para todos: Que se alegren los leprosos porque Él cura nuestras heridas. Que se alegren los oprimidos porque El rompe las cadenas. Que se alegren los agobiados por la vida, porque El viene a liberarnos de nuestras cargas y de nuestros pesos. Que se alegren los ciegos, porque Él es nuestra luz. Que se alegren todos los que se sienten frágiles, porque él es nuestra fortaleza”.

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