Homilía del señor Cardenal Rodríguez para el VI domingo del  tiempo Ordinario

“Han oído que se dijo, pero yo les digo” Mt 5, 17-37

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Jesús repite varias veces: “Han oído que se dijo… pero yo les digo” … Estamos ante una de las lecciones más bellas de todo el Evangelio dentro del sermón de la montaña. Jesús, se sitúa en el terreno de lo práctico y pone de relieve las actitudes que nos ayudan a vivir como verdaderos discípulos suyos. Tenemos que escuchar estas propuestas radicales de Jesús a la luz de las Bienaventuranzas y de su mensaje de un gran amor que desborda los límites de nuestra manera de vivir nuestras relaciones humanas.

En primer lugar, Jesús nos propone liberarnos de la violencia en las relaciones: “Han oído que se dijo a los antiguos: “No matarás” pero yo les digo que todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano, será procesado…” No basta con evitar el asesinato externo, sino que hace falta que superemos todo tipo de violencia contra el prójimo: el insulto, la descalificación, un juicio duro, los comentarios negativos y destructivos, van matando poco a poco a las personas. Sí, se puede matar también con las palabras, con la lengua. Jesús también propone abiertamente superar el dominio del hombre sobre la mujer en el sector de las relaciones sexuales: “Han oído que se dijo: No cometerás adulterio, pero yo les digo que el que mira a una mujer deseándola…”

Las relaciones hombre-mujer son una situación en la que Jesús nos invita a superar la Ley. El “desear”, en el verbo hebreo, significa “adueñarse con violencia” de lo que a uno no le pertenece, es decir, apropiarse del otro y de la relación. Jesús rompe el esquema patriarcal y machista en que la mujer es propiedad del varón y es reducida a un objeto de placer. En un mundo tan deshumanizado como el que nos ha tocado vivir, estas palabras de Jesús pueden resultar incómodas ya que, de hecho, parecen ir en contra de la realización personal, tal como hoy se interpreta. Pero lo que Jesús nos quiere decir, en definitiva, es que las relaciones hombre-mujer sean vividas basadas en la libertad, en el respeto y en el amor.

Sí, Jesús devuelve la dignidad a las mujeres e invita a un amor, sin reservas, sin egoísmos y sin convertirlas en un objeto. En una palabra, Jesús está invitando a una fidelidad y a un amor que sea signo luminoso del mismo amor de Dios. Hay que anotar que Jesús vivía una relación muy libre con las mujeres, en contraste con la tendencia de los rabinos que veían a la mujer como algo peligroso. En definitiva, Jesús está poniendo en la base de todo, el respeto y la libertad al otro. Jesús pone de relieve la importancia de la verdad y de la autenticidad en nuestras relaciones: “Han oído que se dijo a los antiguos: no jurarás en falso…

Pues yo les digo: que no juren en absoluto… “Que su hablar sea sí, sí, no, no”. Quiere decir que las relaciones humanas, a menudo, se encuentran contaminadas por la mentira, la ambigüedad de las palabras, el doble sentido y la falsedad. Realmente, la mentira lo impregna todo. Harvey Cox decía que “el hombre ha ganado el mundo entero y ha ganado su alma”. Jesús nos invita a vivir unas relaciones humanas en la verdad y en la sinceridad del corazón. Nuestra palabra tiene que ser suficiente por sí misma: “Que su hablar sea sí, sí, no, no”. En Evangelio de este domingo, Jesús nos propone la superación de la escala de valores que regula nuestra sociedad y nos invita a amar sin medida, como Él nos ama, como Dios nos ama. ¿Qué pasos de conversión me pide el Evangelio de este día? ¿A qué me comprometo de verdad? En esta celebración nos volvemos al Señor, para decirle: “Tú, Señor, nos quieres libres, libres para amar, concédenos un corazón nuevo. Que seamos testigos vivos de un verdadero amor y de una alegría serena”.

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