Con un profundo sentido de gratitud y compromiso renovado, las Hermanas Scalabrinianas celebraron 130 años de haber iniciado una de las obras más significativas dentro de la Iglesia, acompañar con ternura y fe a quienes se ven obligados a dejar su tierra en busca de un futuro mejor.

Inicios

La congregación fue fundada en Piacenza, Italia, el 25 de octubre de 1895, por San Juan Bautista Scalabrini, junto al padre Joseph Marchetti y la beata Assunta Marchetti. Desde entonces, su misión ha sido clara acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados en cualquier parte del mundo, reconociendo en ellos el rostro de Cristo peregrino. En Honduras, las hermanas continúan esta misión a través de la Casa del Migrante Guadalupe, ubicada en La Lima, Cortés, donde brindan acompañamiento espiritual, atención psicológica y orientación social a quienes retornan al país después de un largo y doloroso camino. La hermana Albertina Pauletti, coordinadora del centro, asegura que “los migrantes son una constante lección. Nos enseñan a mirar la vida con esperanza, a descubrir en su lucha la fuerza de Dios y el valor de seguir creyendo”.

Aniversario

La hermana Dina Mendoza, directora ejecutiva de la Asociación Scalabriniana, afirma que este aniversario no solo representa una celebración, sino “un llamado a leer los signos de los tiempos, a renovar la misión en medio de una migración que cambia cada día y que hoy incluye a personas de diferentes nacionalidades”.

Durante estos 130 años, las hermanas han llevado su carisma a más de 25 países en América, Europa, África y Asia. En cada lugar, su servicio ha sido una respuesta concreta al Evangelio, construyendo puentes de fraternidad donde otros levantan muros. Su presencia silenciosa, pero firme, ha devuelto dignidad a miles de familias desplazadas, y su labor sigue siendo un testimonio vivo de amor cristiano y justicia social.

El Papa Francisco, y ahora el Pontífice León XIV, han recordado con insistencia la necesidad de acoger y cuidar a los migrantes. Una exhortación que, para las Scalabrinianas, es la razón misma de su existencia. “Migrar con los migrantes” sigue siendo su consigna, su oración y su forma de anunciar a Cristo en los caminos del mundo.

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