Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el tradicional rezo del Regina Coeli, oración que sustituye al Angelus en Pascua, el Papa Francisco nos invitó a reflexionar sobre la cercanía y la ayuda que da el Espíritu Santo, que es llamado también el “Paráclito”.
Sobre este texto Francisco explica que, “es una palabra que proviene del griego, y que significa al mismo tiempo el que consuela y abogado. El Espíritu Santo nunca nos deja solos, está junto a nosotros, como un abogado que asiste al imputado estando a su lado. Y nos sugiere cómo defendernos de quien nos acusa. Recordemos que el gran acusador es siempre el diablo, que pone dentro de uno el deseo del pecado, los pecados, la maldad. Reflexionemos sobre estos dos aspectos: su cercanía y su ayuda contra quien nos acusa”.
Al hablar de la cercanía, el Pontifíce insistió que, el Espíritu Santo, dice Jesús, “permanece con vosotros y estará en vosotros. No nos abandona nunca. El Espíritu Santo quiere quedarse con nosotros: no es un huésped de paso que viene a hacernos una visita de cortesía. Es un compañero de vida, una presencia estable, es Espíritu y desea morar en nuestro espíritu. Es paciente y está con nosotros también cuando caemos. Se queda porque nos ama de verdad, no finge querernos para luego dejarnos solos en medio de las dificultades. No, es leal, es transparente, es auténtico”.
El Papa explica que, si nos encontramos en una situación de prueba, el Espíritu Santo nos consuela, trayéndonos el perdón y la fuerza de Dios. Y cuando nos pone ante nuestros errores y nos corrige, lo hace con suavidad: en su voz, que habla al corazón, están siempre presentes el timbre de la ternura y el calor del amor. Cierto, “el Espíritu Paráclito es exigente, porque es un verdadero amigo, fiel, que no esconde nada, que nos sugiere qué cambiar y cómo crecer. Pero cuando nos corrige jamás nos humilla y nunca infunde desánimo; por el contrario, nos transmite la certeza de que con Dios podemos lograrlo, siempre. Esta es su cercanía. ¡Es una hermosa certeza!” dijo.
Francisco reflexionó sobre un segundo aspecto, el Espíritu Paráclito es nuestro abogado, nos defiende. Sobre esto, dijo que, “Nos defiende de quien nos acusa: de nosotros mismos cuando no nos queremos y no nos perdonamos, llegando quizá incluso a decirnos que somos unos fracasados buenos para nada; del mundo, que descarta a quien no responde a sus esquemas y sus modelos; del diablo, que es el “acusador” por excelencia (cfr. Ap 12,10) y el que divide, y que hace todo lo posible para que nos sintamos incapaces e infelices”.
Después del Regina Caeli
Al concluir la oración mariana pascual, el Papa se refirió a varios temas. Indicó que, “durante estos días, hemos asistido de nuevo a enfrentamientos armados entre israelíes y palestinos, en los que han perdido la vida personas inocentes, incluidos mujeres y niños. Espero que la tregua recién alcanzada se estabilice, que callen las armas, porque con las armas nunca se obtendrán seguridad y estabilidad; por el contrario, se destruirá cualquier esperanza de paz”.
Hoy, en muchos países se celebra la Fiesta de la Mamá; recordemos con gratitud y afecto a todas las mamás, a las que aún están entre nosotros y a aquellas que se han ido al Cielo. Encomendémoslas a María, la mamá de Jesús. ¡Y un fuerte aplauso! Nos dirigimos a ella pidiéndole que alivie los sufrimientos de la martirizada Ucrania y de todas las naciones heridas por la guerra y la violencia.
Os deseo a todos un feliz domingo. Y saludo a los chicos y chicas de la Inmaculada, que son buenos. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!