A través de la reflexión sobre la vida parroquial, hay que destacar la importancia del equilibrio emocional y espiritual para los fieles que dedican su tiempo al servicio de la Iglesia. Es importante que, aunque el servicio es un acto de fe, este debe hacerse desde la serenidad y no desde la obligación, para evitar el agotamiento espiritual.
El Padre Bairon Cárcamo, Administrador Parroquial de la comunidad San José del municipio de Cedros, subrayó que los seres humanos, por naturaleza, enfrentan limitaciones físicas, mentales y emocionales que pueden desgastarlos en su caminar hacia Cristo. “Nosotros, los seres humanos, en la antropología somos limitados y nos cansamos; nos agotamos. Es muy evidente, especialmente en el caminar y el seguimiento del Señor Jesús”, expresó. El Presbítero Cárcamo recordó ejemplos de consagrados y laicos que, debido al cansancio físico y espiritual, han abandonado su seguimiento de Cristo. Ante esta realidad, recomendó realizar pausas para evitar el agotamiento psíquico y psicológico. “El cansancio del alma viene de los problemas, responsabilidades y tantas cosas que asumir. Eso puede debilitarnos. Es fundamental encontrar oxigenación espiritual a través de la paz, la confesión y la reconciliación con Dios”, apuntó.
Por su parte, el Padre Jony Murillo, Administrador Parroquial de la comunidad San José de la Montaña en Tegucigalpa, destacó la necesidad de un enfoque generoso y equilibrado en el servicio. “Creo que es esencial que, cuando prestamos un servicio al Señor y a la Iglesia, lo hagamos con equilibrio. Hay que recordar la Palabra de Dios, que dice que hay tiempo para todo. Incluso Dios descansó un día para tener ese equilibrio”, señaló. El Sacerdote Murillo enfatizó que el servicio debe surgir por convicción y no por cumplimiento, cuidando siempre el tiempo que se dedica a la familia, considerada como la “Iglesia doméstica”. Según él, “la primera iglesia que uno debe servir es la familia. No debemos quitar tiempo a una por atender a otra”.
Ambos sacerdotes coincidieron en que mantener un balance entre las responsabilidades parroquiales y personales es clave para un servicio efectivo y una vida espiritual plena. Estas reflexiones invitan a todos los fieles a vivir su servicio desde la serenidad, buscando una relación más profunda y plena con Cristo y su vida parroquial.