En un llamado a la solidaridad y la compasión, el Papa Francisco dirigió un mensaje conmovedor a los participantes del Capítulo General de los Hermanos de la Instrucción Cristiana de Ploërmel, instándolos a convertirse en fuentes de esperanza en un mundo marcado por la guerra y la indiferencia.
El Pontífice, con la mirada de un padre preocupado, expresó su profunda preocupación por las numerosas víctimas inocentes de conflictos armados que han perdido la capacidad de sonreír. Animó a los presentes a adoptar una actitud paternal hacia los jóvenes en medio de una sociedad plagada de desafíos como la pobreza y el desempleo juvenil.
En el marco del bicentenario de la fundación del Instituto Religioso, el Papa Francisco recordó la importancia de seguir el ejemplo de Cristo y dirigirse hacia aquellos lugares y personas que son marginados y heridos por la vida. Destacó la necesidad de ser una presencia reconfortante y solidaria, especialmente para los niños cuyos sueños han sido truncados por la violencia de la guerra.
Francisco enfatizó que la guerra no solo destruye ciudades y vidas, sino que también roba la inocencia y la alegría de los más vulnerables. Hizo un llamado a trabajar incansablemente para restaurar la capacidad de los niños para sonreír y creer en un futuro mejor.
El Papa también recordó la importancia de evitar las habladurías y promover la unidad y la colaboración dentro de la comunidad religiosa. Finalmente, instó a renovar el compromiso con la pedagogía inspirada en la Virgen María, modelo de humildad y confianza en Dios, para seguir sirviendo con ternura y misericordia a aquellos que más lo necesitan.