Mayo es el mes por excelencia dedicado a María y es por esa razón que el rezo del Rosario viene a ser una herramienta útil y poderosa para pedir por la intercesión a la Madre del Salvador para sobrellevar las dificultades diarias. El Padre Lucas Aguilera, sacerdote Eudista, asegura que el Santo Rosario alimenta la fe y nos permite alcanzar aquello que con insistencia pedimos. “Se tiene atestiguado que son grandes los favores obtenidos por medio de la intercesión de María nuestra Madre con su Hijo Jesucristo” dijo el presbítero. Por su parte, Filomena Palma, quien es miembro del Camino Neocatecumenal de la Parroquia San Juan Bautista de la colonia Kennedy, considera que “La intercesión de la Santísima Virgen tiene poder sobre las necesidades que hay en cualquier ser humano que la invoque y prueba de ellos es la petición que nos ha hecho el Papa de que recemos durante el mes de mayo esta poderosa oración.
Regalo
Muchos han comparado esta oración como la entrega de “55 rosas” a María. Al hacer el Santo Rosario y en mayo se convierte en la herramienta esencial para poder alejar el mal en momentos de crisis, sobre todo cuando se tiene miedo al virus.
Oración
La devoción por María comienza desde muy joven y eso nos lo cuenta Angélica Garay, quien es feligrés en la parroquia El Salvador del Mundo de esta capital. Ella manifiesta que su devoción a María nace desde muy pequeña. “Las batallas más difíciles que he tenido que atravesar las he ganado con el Santo Rosario en mano, porque María a través de él vuelve nuestros corazones tibios en corazones ardientes y enloquecidos de amor hacía su hijo Jesús, pero tenemos que rezarlo con devoción y amor”. Garay apunta que las gracias recibidas son muchas y grandiosas.
San Juan Pablo II, en la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, confesaba que, para él, el simple rezo del Rosario marca el ritmo de la vida humana, palabras que cobran mucho sentido al saber que esta oración mariana, era su preferida. En 2002, agregó los misterios luminosos, para completar la meditación de la vida de Jesús a través de los ojos de la Madre de Dios. Es por ello, que recordó que, “El pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor”.