En la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco abordó un tema crucial: la soberbia. Este vicio, caracterizado por la auto-exaltación y el desprecio hacia los demás, fue el foco de la catequesis presentada por monseñor Pierluigi Giroli, debido a que el Papa estaba enfermo. La lectura previa del libro del Eclesiástico enfatizó la repugnancia de la soberbia tanto para Dios como para los hombres.
Francisco destacó que la soberbia es el vicio más destructivo, convirtiéndose en la “gran reina” de todos los pecados. Este sentimiento de superioridad conduce a una desconexión de Dios y envenena las relaciones humanas, socavando el sentido de fraternidad que debería unirnos. Jesús enseñó la importancia de no juzgar a los demás, una lección crucial que la soberbia olvida.
El Papa recalcó la importancia de la humildad como antídoto contra la soberbia, señalando a María como ejemplo en el Magnificat, donde habla de la dispersión de los soberbios por el poder de Dios. Citando al apóstol Santiago, Francisco subrayó que Dios resiste a los soberbios pero otorga su gracia a los humildes. En este tiempo de Cuaresma, el Papa instó a todos a reflexionar sobre su propia soberbia y a emprender la lucha contra ella con humildad y rectitud de corazón.
