El Papa Francisco ha hecho un llamado a reflexionar sobre la difícil situación de los migrantes que arriesgan sus vidas atravesando mares y desiertos en busca de un lugar seguro donde vivir en paz. Durante esta catequesis, el Pontífice interrumpió su discurso habitual para centrar su atención en esta crisis humanitaria. “Hoy, pospongo la catequesis habitual y quisiera detenerme con vosotros para pensar en las personas que – también en este momento – están atravesando mares y desiertos para llegar a una tierra donde puedan vivir en paz y seguridad”, declaró.
El Papa subrayó que los términos “mar” y “desierto” no solo se refieren a sus significados literales, sino que simbolizan las peligrosas rutas migratorias que muchas personas toman en busca de una vida mejor. “Cuando digo ‘mar’, en el contexto de migración, también me refiero al océano, lago, río, todas las masas de agua traicioneras que tantos hermanos y hermanas de cualquier parte del mundo se ven obligados a cruzar”, explicó Francisco, ampliando la definición de “desierto” a cualquier territorio inhóspito y peligroso que los migrantes deben atravesar, como bosques, selvas o estepas.
El Mediterráneo, que alguna vez fue un símbolo de conexión entre civilizaciones, se ha convertido en un cementerio, lamentó el Papa. “La tragedia es que muchos, la mayoría de estos muertos, podrían haberse salvado”, denunció Francisco. Además, criticó a quienes, con plena conciencia, repelen a los migrantes en vez de acogerlos, calificándolo como un “pecado grave”. Citando la Biblia, recordó: “No maltratarás ni oprimirás al emigrante” (Éxodo 22,20).
El Pontífice también resaltó que, al igual que el mar, los desiertos se han convertido en cementerios para migrantes, señalando que muchas muertes no son accidentales, sino el resultado de ser abandonados en medio de estos entornos hostiles. “En la era de los satélites y de los drones, hay hombres, mujeres y niños migrantes que nadie debe ver: les esconden. Solo Dios los ve y escucha su clamor”, afirmó, condenando esta crueldad como un reflejo de nuestra civilización.
Francisco hizo un llamado a todos los fieles y a la comunidad internacional a rechazar las soluciones basadas en leyes restrictivas, militarización de fronteras o el rechazo de migrantes. “Lo conseguiremos ampliando las rutas de acceso seguras y las vías de acceso legales para los migrantes, facilitando el refugio a quienes huyen de la guerra, de la violencia, de la persecución y de tantas calamidades”, insistió, abogando por una gobernanza global de la migración basada en la justicia, fraternidad y solidaridad.
Finalmente, el Papa elogió a los “buenos samaritanos” que, en los cinco continentes, dedican sus esfuerzos a rescatar y salvar a los migrantes en las rutas más peligrosas. “Estos hombres y mujeres valientes son signo de una humanidad que no se deja contagiar por la malvada cultura de la indiferencia y el descarte”, concluyó, instando a todos a contribuir con oración y apoyo a esta causa humanitaria.
Esta reflexión del Papa Francisco resalta la urgencia de un cambio en nuestra manera de abordar la migración y refuerza el llamado a construir un mundo más solidario y justo para todos.