Este domingo 30 de junio, el Santo Padre centró su reflexión en el amor misericordioso de Dios que, “frente al sufrimiento del cuerpo y del espíritu, frente a las situaciones que nos abaten e incluso frente al pecado, Dios no nos mantiene a distancia, Dios no se avergüenza de nosotros, Dios no nos juzga; al contrario, se acerca para dejarse tocar y para tocarnos y siempre nos levanta de la muerte”.
“Necesitamos que en Iglesia y en la sociedad no se excluya a nadie, que no trate a nadie como ‘impuro’, para que cada uno, con su propia historia, sea acogido y amado sin etiquetas ni prejuicios, sea amado sin adjetivos”, detalló el Papa Francisco
Además, dijo que san Marcos nos relata dos milagros que parece que están entrecruzados entre sí, se trata de la resurrección de la hija de Jairo y la curación de la hemorroísa.
“Mientras que Jesús va a casa de Jairo, uno de los responsables de la sinagoga, porque su hija pequeña está gravemente enferma, por el camino una mujer con hemorroísa le toca la túnica y Él se detiene para sanarla. Mientras tanto, anuncian que la hija de Jairo ha muerto, pero Jesús no se detiene, llega a la casa, va a la habitación de la pequeña, la toma de la mano y la levanta, devolviéndola a la vida. Dos milagros, uno de curación y otro de resurrección”.
Dios se deja tocar y nos levanta de la muerte
De estas dos curaciones, el Obispo de Roma invita a que aprendamos que, frente al sufrimiento, a la debilidad y el pecado Dios no nos aleja de Él, no nos juzga, al contrario, se deja tocar y nos levanta.
“Frente a los sufrimientos del cuerpo y del espíritu, frente a las heridas del alma, frente a las situaciones que nos abaten e incluso frente al pecado, Dios no nos mantiene a distancia, Dios no se avergüenza de nosotros, Dios no nos juzga; al contrario, Él se acerca para dejarse tocar y para tocarnos y siempre nos levanta de la muerte. Siempre nos toma de la mano para decirnos: ¡Hija, hijo, levántate, camina, ve adelante!”.
Jesús no discrimina a nadie porque ama a todos
Por ello, el Pontífice alienta a que fijemos en el corazón esta imagen de Jesús que nos toma de la mano y nos cura, tocándonos nos da vida nueva. “Dios es el que te toma de la mano y te levanta, el que se deja tocar por tu dolor y te toca para curarte y darte de nuevo la vida. Él no discrimina a nadie porque ama a todos”.