El columnista del diario The Washington Post y también fundador del rotativo “El Faro” de El Salvador, Carlos Dada, en uno de sus más recientes artículos, escribía: “Por cualquier lugar de Honduras donde uno camine, lo más probable es que se encuentre en territorio del narcotráfico. Este país ha sido, desde hace medio siglo, la base centroamericana del tráfico de drogas y el crimen organizado ha penetrado toda la institucionalidad”. Podrá sonar grotesco y hasta molesto, pero este comunicador centroamericano, no está nada alejado de la realidad.
Y es que los titulares en los medios en el país no son nada alentadores cuando reportan que se han decomisado cerca de 1,500 kilos de supuesta cocaína solo en los primeros meses del año 2022. El año pasado, según las fuerzas de seguridad y la Dirección Nacional Policial Antidrogas (DNPA), se pudieron intervenir alrededor de 10 toneladas, el doble de cómo se cerró el 2020, que, por los efectos de la pandemia, reportó solo unas 4.5 toneladas del alucinógeno.
Producción
Estas cifras son alarmantes, pero lo que más preocupa es el descubrimiento de lugares en donde se procesa y cultivan las hojas de coca, por lo que Honduras ha dejado de ser solo un país de tránsito, desde hace unos años atrás, para convertirse también en productor. Para analistas como Carlos Sierra, quien es coordinador en temas de seguridad en el Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos, (CIPRODEH), el problema de la narcoactividad, no solo se queda en un mero tema de venta de estupefacientes en barrios, colonias o incluso en las altas esferas del poder. “Lastimosamente en Honduras, uno de los países más violentos de la región, el 60 por ciento de las muertes son atribuidas al crimen organizado y la narcoactividad, situación que no ha decaído pese a los esfuerzos que se han hecho por años para poder deshacernos de este mal” acotó Sierra.
Labor
A dos meses de haber tomado posesión, la presidenta Xiomara Castro, ha asumido el mando de un país con el narcotráfico y la corrupción impregnándolo todo. El gran desafío va más allá de cambiar la política democrática o el fortalecimiento de la institucionalidad que está permeada por estos delitos, después de que sus antecesores han sido mencionados directa o indirectamente con crímenes asociados específicamente con el crimen organizado.
Pese a esto, Pedro Barquero, secretario de Desarrollo Económico, ha manifestado recientemente que en el Gobierno de Castro, “se han cortado de raíz” los nexos con el narcotráfico. A pesar de estas declaraciones, los cargamentos de droga siguen siendo incautados en las mismas zonas que históricamente han servido como “trampolín” para llevar droga a los países del norte de América. El portavoz de las Fuerzas Armadas, José Coello, asegura que los trabajos para hacerle frente a esta problemática continúan, porque aún se siguen reportando enfrentamientos por detener a los que se dedican a este delito.
“Nosotros mantenemos nuestro personal en los diversos escudos terrestres, aéreos y marítimos. Esto se suma a las múltiples operaciones que realizamos en conjunto con la Policía Nacional, porque siempre tenemos que ir un paso al frente de los que se dedican a este ilícito”, puntualizó Coello, quien también recuerda que solo con la unidad de los cuerpos de seguridad se podrá hacerle frente a este problema que se ha convertido en un estilo de vida entre la población de todos los estratos sociales.
Finalmente, previo a las elecciones del noviembre pasado, la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), expresó en uno de sus mensajes: “No votar de ninguna manera por aquellos precandidatos que ya están marcados por su vinculación con el narcotráfico, corrupción y ya se conoce y sabe de su comportamiento inadecuado en el ejercicio que ya han tenido en política”, esto para extirpar este mal de la mente de la sociedad.