Por: Keyla Suazo
El 14 de febrero, Día de San Valentín, el santo patrono de los enamorados; es una de las fechas más esperadas del año, especialmente para las parejas, quienes entre sí intercambian detalles como una de las tantas maneras de demostrar su amor. Sin embargo, sabemos que, al buscar ese presente ideal, no buscamos únicamente sorprender a la otra persona por la forma en que lo entregamos, sino también agradar su corazón. Así que, si estás en busca del mejor regalo en San Valentín, te presentamos la mejor opción: una promesa de castidad. Hay quienes pensarán que esta es una locura, o algo pasado de moda, pero si vivir el cielo en la tierra no nos parece el mejor regalo, ¿entonces qué otro detalle puede ser mejor?
La castidad es una virtud que permite que los deseos sexuales sean ordenados a través del amor según el estado de vida. Es decir, la castidad tiene como finalidad orientar las pasiones del ser humano. No se trata únicamente de evitar el placer venéreo en sí, sino más bien de tener el dominio sobre los deseos físicas naturales, poniendo por encima de todo el bien del prójimo y el respeto hacia su cuerpo que es también templo y morada del Espíritu Santo. Por lo tanto, la castidad no tiene nada que ver con la represión, por el contrario, tiene que ver con que el ser humano descubra el verdadero sentido del don de la sexualidad, misma que involucra la dimensión psicológica, espiritual y social de cada persona.
En el noviazgo, la castidad potencia la virtud de la esperanza, permitiendo a las parejas vivir con alegría y plenitud la etapa previa al estado del matrimonio. Mientras que en el matrimonio se da la castidad conyugal a través de las 4 características del acto sexual: libre, total, fiel y fecundo; cualidades que apuntan hacia la dignidad de la otra persona. ¿Acaso no es, entonces, una promesa de castidad el mejor regalo en San Valentín? ¿Una virtud universal que permite la transparencia de la interioridad y que apunta hacia lo eterno?
Una promesa de castidad puede hacerse en la intimidad del corazón, en conjunto con tu pareja frente a Jesús Sacramentado, u optar por el acompañamiento de un sacerdote y pedir la bendición de Dios para vivir esta gracia de su mano. Para esta promesa puedes usar recursos como cartas escritas con tu puño y letra, u oraciones inspiradas por Dios que pueden intercambiar entre sí para respaldar este compromiso de amor. Hacer una promesa de castidad es decir ‘’sí’’ a las vivencias de un amor verdadero, mismo que es dirigido por Dios.