El Examen de Conciencia: un paso hacia la reconciliación

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Por: Adela Flores

Para todos es sabido que la vida cristiana es un constante campo de batalla. Es en nuestro corazón donde se libra una lucha campal contra el espíritu del mundo, para así darle cabida al Espíritu de Dios. Y en este combate espiritual, el sacramento de la reconciliación es un arma fundamental.

Es por ello que, acercarse al confesionario, es para algunos, motivo de temor y de vergüenza; no obstante, hay que tener la certeza de que al hacerlo, nos estamos dejando tocar por el inconmensurable amor de Dios, que es la Misericordia misma.

Sin embargo, para poder recibir las enormes gracias que ofrece este sacramento de curación, es necesario hacer un buen examen de conciencia, donde es vital evaluar nuestra relación con Dios, con los demás y con nosotros mismos.

Entonces, ¿qué hacer para lograr un buen examen de conciencia? He aquí algunas recomendaciones que pueden ayudarnos para llegar bien preparados al confesionario:

Repasar los Diez Mandamientos
Evaluar nuestra observancia del Decálogo, pues como el mismo Jesús lo dijo: “…más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19, 17). También puede ayudarnos la lectura de las Bienaventuranzas (Mateo 5, 1-12), los Pecados
Capitales y los Mandamientos de la Iglesia. Esto nos dará luces para descubrir nuestro “lado flaco”.

Revisar nuestra jornada diaria antes de ir a la cama
Hacer un recorrido sobre nuestras acciones al final del día, nos ayudará a reconocer en ellas los errores que hemos cometido, a poder enfocarnos en la manera de repararlos, y a no volver a caer en ellos. Así que es provechoso echar una mirada a nuestro día, antes de irnos a descansar.

Abrir el corazón a Dios
Buscar un momento a solas, en un lugar tranquilo y ponernos en la presencia de Dios mediante una corta oración, una lectura bíblica, etc., nos hará bastante bien para no olvidar que Dios nos ama con amor misericordioso, a pesar de nuestra miseria
humana.

Admitir nuestros errores
Darle pensamiento a lo que nos llevó a actuar de tal o cual forma, y cómo podemos evitarlo en un futuro, es algo que hay que tomar muy en serio. Tratar de suavizar o esconder nuestra realidad, no abonará nada a la vida espiritual; por lo tanto, debemos
ser sinceros con nosotros mismos y hacernos responsables de nuestras acciones.

Hacer un listado
A veces podemos caer en el error de hacer una remembranza rápida de nuestros pecados mientras esperamos en la fila para la confesión, por lo que no es extraño que dejemos en el olvido algunos de ellos. Esto evita que hagamos una correcta confesión.
Así que redactar una lista clara de los pecados cometidos, nos ayudará al momento de llegar al confesionario… y claro, ¡no olvidemos romperla después!

Dar gracias
Aunque nos creamos indignos y experimentemos sentimientos de culpa debido a los pecados que hemos cometido, el Señor nos recibirá con los brazos abiertos a la vida de la gracia al salir del confesionario; por lo tanto, debemos agradecerle por permitirnos reconocernos pecadores, lo cual nos hace más dignos de recibir su perdón.

No es fácil acercarse al confesionario y admitir que hemos pecado; pero entre más lo frecuentamos, más sencillo se hace. Y cuando nos arrepentimos de corazón y buscamos el perdón, logramos experimentar la paz que solo Dios nos puede dar.

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