Las acciones que se muestran en el texto bíblico que relata el encuentro de los discípulos de Emaús con el Señor Resucitado, es un claro y notorio ejemplo de la vida eucarística y de fe del pueblo católico, además, connota a Jesús siempre presente en el transcurrir de la historia. El hecho post-resurrección, marcó un antes y un después en las comunidades cristianas, brindando detalles que hasta la fecha se mantienen vigentes en las vivencias de fe diaria.
Cimientos
Ya los Hechos de los Apóstoles relatan la iniciación de la vida cristiana, donde ponían todo en común y se reunían para la oración, pero hablar del encuentro de Jesús Resucitado con los peregrinos, es referirse a un punto de partida para los cristianos; para el Seminarista Henry Escalante, “Jesús camina a nuestro lado, se queda con nosotros, nos habla al oído, enciende nuestros corazones y comparte su pan con nosotros”. Esta definición de lo que vivieron los discípulos después del acontecimiento redentor, es un paralelo de lo que a diario se percibe en el cristianismo.
Pascual
Con el compartir relatado en el Evangelio de San Lucas, se recalca que la Eucaristía es uno de los sacramentos pascuales, por tanto, Escalante agrega que “este encuentro es el que vivimos en la Eucaristía donde se nos invita a apreciar su sentido profundo, valorar la importancia de tener delante al Señor de reconocerle, y darle gracias por la salvación que nos regala”. Que podemos decir que se encontraron con Él, en la Eucaristía le reconocieron inmediatamente, Jesús permanece con ellos, los sostiene y los guía, aquí se cimienta la Eucaristía como signo de amor y amistad desde el encuentro con el Señor y con nuestros hermanos, aseveró el seminarista. La alegría de Jesús Resucitado, debe abrir los ojos del corazón, observar la luz y dar a conocer el gozo que produce la Pascua.
