El discernimiento: una sabia elección entre lo que es lícito y lo que conviene

El texto paulino “Todo me es permitido, pero no todo me conviene”, dirige el sentir del cristiano a analizar muy bien sus comportamientos

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La libertad que Dios deposita en el ser humano para tomar sus propias decisiones, ha sido tergiversada y utilizada como vía libre en el mal actuar.

Efecto

“Lo que nosotros hagamos no solo nos repercute a nosotros mismos, sino a todos los miembros de la comunidad”, así depone Abraham Gálvez, seminarista de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, al mencionar también que “estamos llamados a dar testimonio de vida, a ser coherentes con la fe que profesamos evitando hacer cosas que, si bien en sí mismas no son malas parezcan buenas”. Gloria Flores, máster en Ciencias Religiosas, opina que “Dios nos da la inteligencia, voluntad y libertad para ser libres de toda atadura.

Es necesario discernir en nuestras vidas, escuchando la voz para hacer cosas buenas y ver que el mundo ofrece lo contrario”. Flores también es del criterio que “Dios nos libera y nos ayuda a asumir las responsabilidades de lo que se hace, para que nuestras acciones vayan de la mano de Él”. El adagio popular “No hagas cosas malas que parezcan buenas”, se acuña bajo esta perspectiva donde la transparencia y las acciones demuestran el deseo de seguir a Dios, concluyó su idea la máster Flores.

Dentro del Catecismo

Del numeral 1730 al 1748, el Catecismo de la Iglesia Católica invita a promulgar la libertad del hombre ante diversos temas, en lo que encierra la tercera parte del documento. En esta línea se pueden encontrar subtítulos como responsabilidad, la moralidad de los actos humanos, las pasiones y la conciencia moral, entre otros. Hay comportamientos concretos cuya elección es siempre errada, es decir, un mal moral. “No está permitido hacer malas acciones para obtener un bien” concluye esa parte del Catecismo.

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