La Cuaresma es un tiempo litúrgico en el que la Iglesia Católica conmemora los 40 días en los que nuestro Señor Jesucristo se retiró al desierto y fue tentado. Este período de reflexión y penitencia nos prepara para la celebración de la Semana Santa, que conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Según el Padre Tony Salinas, Párroco de la comunidad San Juan Bautista en Ojojona, el desierto cuaresmal nos brinda la oportunidad de escuchar la voz de Dios que habla, mientras el silencio envolvente toca el interior de cada uno de nosotros.
Además, el Presbítero añade que el “caminar por esta tierra árida, representa la situación límite en la que un hombre se encuentra, donde se aprende a depender únicamente de Dios debido a la carencia de todo. Por lo tanto, este debe de ser provocado en nuestra vida; nos invita a liberarnos de apetitos desordenados y ambiciones mundanas, para aprender a vivir únicamente de Dios”.
Objetivo
La Cuaresma nos conduce a un viaje simbólico al desierto, similar al que Jesús emprendió guiado por el Espíritu Santo durante cuarenta días. En este árido y solitario lugar, enfrentamos nuestras propias soledades y vacíos, reflejados en la incertidumbre y las dudas que a menudo nos acechan en la vida. En esos momentos de fragilidad, sin la fortaleza que nos brinda la fe, podemos caer presa del odio, el rencor, la avaricia o las ataduras que nos separan de nosotros mismos y de la enseñanza de Jesús.
Sin embargo, es precisamente en esta soledad y sequedad del desierto donde encontramos la oportunidad de reconocer nuestras debilidades y comenzar a transformarlas. A través de la oración, la quietud y el silencio, nos abrimos a encontrarnos con el Salvador y a recibir la fuerza necesaria para resistir las tentaciones que enfrentamos en nuestra vida cotidiana. Francisco Meléndez, miembro de la de la Hermandad del Cristo de la Misericordia, expresa que la experiencia del desierto nos invita a hacer una pausa, a respirar profundamente y a reconocer cuánto necesitamos a Dios en nuestras vidas. “Nos desafía a dejar de lado las seducciones del mundo material, como el poder y el deseo de acumular riquezas, y a abrazar la sencillez y la verdad que nos ofrece Dios. Es en este momento de reflexión y penitencia que podemos abrir nuestros corazones a la luz divina, permitiendo que Dios hable y nos guíe por el camino de la salvación”, dijo.
La Cuaresma, entonces, se convierte en un tiempo de renovación y redescubrimiento de nuestra fe y nuestra relación con Dios. Nos insta a dejar de lado las distracciones del mundo y a concentrarnos en lo esencial, aceptando la Palabra de Dios en nuestros corazones y encaminándonos hacia la verdadera salvación. Es un período de purificación interior que nos prepara para la celebración de la resurrección de Cristo en la Semana Santa. “Dios no se cansa de nosotros” afirma el Papa Francisco en el mensaje para esta Cuaresma. “Acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20, 2).
Es tiempo de conversión, tiempo de libertad. Jesús mismo, como recordamos cada año en el primer Domingo de Cuaresma, fue conducido por el Espíritu al desierto para ser probado en su libertad. Durante cuarenta días estará ante nosotros y con nosotros: es el Hijo encarnado. A diferencia del Faraón, Dios no quiere súbditos, sino hijos. “El desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud. En Cuaresma, encontramos nuevos criterios de juicio y una comunidad con la cual emprender un camino que nunca antes habíamos recorrido”, afirma en Santo Padre.
1 ORACIÓN
En Cuaresma se nos anima a fortalecer nuestra vida de oración, dedicando tiempo diario para hablar con Dios, reflexionar sobre su Palabra y escuchar su voz en el silencio del corazón.
2 LIMOSNA
Implica desprenderse generosamente para compartir con quienes lo necesitan, tanto material como espiritualmente.
3 AYUNO
Práctica ascética implica abstenerse de ciertos alimentos o actividades como una forma de sacrificio y penitencia.
PUEDE DURAR MÁS DE 40 DÍAS
Aunque la Cuaresma tradicionalmente tiene una duración de 40 días, este periodo, puede variar en algunas tradiciones cristianas. Por ejemplo, la Iglesia Ortodoxa Oriental observa una Cuaresma de 40 días, mientras que algunas otras denominaciones cristianas cuentan los domingos dentro de este tiempo, lo que da como resultado un total de 46 días.