La figura imponente de la Virgen María, es colocada para el cristiano como una protección en los momentos más apremiantes y sobre todo, cuando el demonio asecha como “León rugiente que quiere devorar”, es allí, que el acudir a la Reina del Cielo, se vuelve una premisa.
Reservada
Para el padre Carlos Rubio, párroco de la comunidad Nuestra Señora de la Visitación de Tegucigalpa, expresa que “El hecho de que María haya sido reservada del pecado original, sin mancha del pecado desde su concepción, nos enseña la pureza y la perfección, por ello el enemigo teme al nombre de María porque no encuentra en ella mal alguno”. Muchos teólogos afirman que el nombre de la Virgen, cuando es invocado, hace huir al demonio, enfatizando que es la bienaventurada, la que recoge las almas y las lleva hacia Dios. Por la acción del Santo Rosario, otra arma poderosa en la batalla espiritual, es el medio por el que muchas personas han dejado sus malas vidas y retornado a la presencia del Señor.
Virtudes
La Santísima Virgen María, es un gran abanico abierto de bondades y de gracias especiales, molestia para quien busca hacernos caer. Al promulgar las virtudes de María, se da contrariedad a los planes del mal. Invocar a la Madre de Jesús y madre nuestra, es garantía de alejar al maligno de nuestra presencia, con solo rezar con un Ave María, un Magníficat u otra oración mariana, detiene los planes malvados y nos devuelve a la búsqueda de la santidad, afirma el padre Carlos Rubio, quien también expresa que “al ser María, pura y sin mancha, nos invita a imitar su ejemplo para evitar la tentación del diablo”. La Virgen Madre, plasma en cada cristiano el deseo ferviente de santidad, alejando toda insidia del pecado. A base de Rosario y una relación cercana con María, mantenemos la distancia con el enemigo del bien.
