El consentimiento es un elemento que hace al pensamiento ser un pecado

Definir la línea delgada entre lo que pensamos y la concupiscencia, mantendrá al cristiano alejado de la tentación de violentar la ley de Dios

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 “No es pecado hasta que se consuma”, “Pensar en otro hombre o mujer no es caer en tentación”, son solo algunas de las frases comunes que surgen en pláticas cotidianas y que pueden desviar la atención a un potencial pecado.

Fundamental

“Creer que con el pensamiento no se puede pecar es un error”, afirma el Padre Pablo Hernández, Párroco de la Comunidad Nuestra Señora de Guadalupe, al decir también que “nuestros pensamientos se vuelven pecaminosos cuando en nuestro interior dejamos, agregamos o damos el consentimiento a otros elementos que influyen para que este sea malo como la sensualidad, la sugestión, la envidia”. La Iglesia siempre predica el auxilio que tenemos frente a esta realidad de pensamientos malos. El auxilio de la gracia de Dios sale del encuentro que nos da Dios, expone el presbítero, como arma ante la tentación de consentir malos pensamientos.

Peligros

Peligros El Padre Hernández agrega además que “por ejemplo, las personas esclavas del sexo, a la bebida, a la ira incontrolada o a la vanidad, van fortaleciendo una cadena de pecado más pesada haciendo más difícil optar por dejarlo”.

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