Editorial Nuestra voz |Transparencia: secreto y poder

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La divulgación a principio del mes de junio de este 2024, del informe de transparencia hecho por el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), ha provocado distintas reacciones en la sociedad civil, el público en general no organizado y en las autoridades gubernamentales quienes, entre otras cosas, cuestionaron el método de evaluación aplicado por la organización de sociedad civil, lo que supuestamente invalida los resultados obtenidos. Entrar en el juego de: si el informe es veraz o tendencioso no tiene sentido pero si es un llamado de atención sobre la importancia de la transparencia, que lejos de ser un valor individual, debería ser un valor compartido, promovido para que su práctica se expanda como una regla básica, un requisito imprescindible, como uno de los valores transversales y obligatorios para cualquier tipo de organización privada o pública, pues de este modo se afianza el pilar fundamental que asegura que no se produzcan actividades corruptas, como intercambio de información confidencial, intercambio de favores, o entrega de regalos a cambio de una compra, porque ¡La corrupción no La corrupción es el pecado que, en lugar de ser reconocido como tal y de hacernos humildes, es elevado como sistema y se convierte en costumbre mental, en una manera de vivir puede ser perdonada!. Este principio, significa una garantía del derecho de acceso a toda información relativa a la actividad pública y administrativa a fin de superar la opacidad y el hermetismo característico de todos los gobiernos que han administrado la “cosa pública” en Honduras.

El actual entendimiento de la manera de gestionar “lo público” tienen que ver con la apertura, la participación y la responsabilidad, generando visibilidad en las formas de administrar, suponiendo un cambio extraordinario en las viejas formas de gestión que promovía y justificaba la práctica de mantener ocultas o invisibles sus actividades y acciones. Si bien no podemos dejar de reconocer que, aunque esta es la teoría aceptada unánimemente en todos los sectores, por todo el mundo, en la realidad se mantiene y desafortunadamente más de lo que sería deseable, el celo y la ocultación de la información veraz y en consecuencia la dificultad e ineficacia de la transparencia.

La lucha y la promoción de la transparencia como valor estructural, inherente y obligatorio del actual Gobierno y sus miembros; de todas las organizaciones y personas que forman parte de ellas; de las empresas y sus empleados y de cada hondureño, debe convertirse en una cuestión de estado y de estrategia nacional a fin de que la conducta de todos sea clara, sin ambigüedades; abriendo paso a fórmulas de transparencia en la gestión, publicidad, escrutinio por parte de la ciudadanía, buen Gobierno y control de cuentas; condiciones necesarias para que los ciudadanos puedan ejercer adecuadamente su valoración y una verdadera intervención participativa, porque la tarea es de todos y es un indicador fundamental de la calidad de los gobiernos democráticos, del país y de las empresas. La crisis de confianza en la que han caído los hondureños obliga a los funcionarios de los 3 poderes del Estado, a trabajar en la transparencia como un aliado fundamental para el combate a la corrupción.

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