Editorial | Nuestra voz | ¡Toma tu cruz y sígueme!

0
68
Christ carrying the Cross on Good Friday, Computer generated loop.

Un cristianismo sin cruz no existe. Una vida sin cruz, tampoco. Para muchas personas la “cruz” es una carga que deben llevar en sus vidas: una relación familiar y de pareja conflictivas, un mal trabajo, una enfermedad física y con orgullo autocompasivo, dicen, “Esa es la cruz que Dios me dio y que tengo que llevar”, una interpretación absolutamente errada y que no es lo que Jesús dio a entender cuando dijo, “toma tu cruz y sígueme”, porque cuando Jesús llevó su cruz hasta el Gólgota para ser crucificado, nadie estaba pensando en la cruz como símbolo de una carga que había que llevar. Para una persona en el primer siglo, la cruz significaba una cosa y sólo una cosa: la muerte por la forma más dolorosa y humillante que los seres humanos podrían desarrollar.

Dos mil veinticinco años después, los católicos vemos la cruz como un símbolo preciado del sacrificio expiatorio que Jesús realizó en el huerto de Getsemaní y en la cruz del Calvario, de perdón, gracia y amor. Pero, en los días de Jesús, la cruz representaba una forma cruel y tortuosa de muerte, puesto que los romanos obligaban a los condenados llevar sus propias cruces al lugar de la crucifixión, el llevar una cruz significaba llevar su propio mecanismo de ejecución mientras se enfrentaban al ridículo por el camino a la muerte. Por lo tanto, “toma tu cruz y sígueme” significa estar dispuesto a morir con el fin de seguir a Jesús, es decir, morir a sí mismo. Es un llamado a la entrega absoluta.

Después que Jesús ordenó llevar la cruz, dijo, “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa mía, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” (Mateo 16, 26; Lucas 9, 24- 25;). Aunque el llamado es difícil, la recompensa es inigualable. Seguir a Jesús es fácil cuando la vida va muy bien; nuestro verdadero compromiso con él se revela durante las pruebas. Jesús nos aseguró que las pruebas vendrían a los que los seguían (Juan 16,33).

Al seguidor se le exige sacrificio, una devota lealtad a sus enseñanzas y Jesús jamás ocultó ese costo. Si te preguntan si estás dispuesto a tomar tu cruz, considera lo siguiente: ¿Estás dispuesto a seguir a Jesús, si esto significa perder tu trabajo?, “¿Estás dispuesto a seguir a Jesús, si esto significa la pérdida de tu reputación?; ¿Estás dispuesto a seguir a Jesús, si esto significa perder tu vida? en algunos lugares del mundo, estas consecuencias son una realidad. Sin embargo, seguir a Jesús no significa necesariamente que todas estas cosas te van a pasar, pero ¿estás dispuesto a tomar su cruz? En la última semana de Cuaresma, El compromiso con Cristo significa tomar la cruz cada día, renunciando a las esperanzas, sueños, posesiones e incluso a la propia vida, si es necesario por la causa de Cristo. Es solo cuando nos atrevemos a recorrer el camino que llevó a Jesús a la cruz, que realmente entendemos de primera mano el profundo amor que nos demostró en la cruz.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí